EL MISTERIO DE MI VIRGINIDAD
Y DOS
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Como he dicho, después de aquello las cosas no fueron tan sencillas. Don Benigno me marcaba estrechamente y en donde quiera que estuviese, sentía en mi espalda sus ojos de buho adormecido, dicho sea sin ninguna aninadversión, pobre cura.
Y digo , pobre cura porque hubo un momento en que llegué a sentir lástima por su obstinación en oponerse al curso normal de la naturaleza; es como si intentara que el aire no corriese, que las olas no rompiesen abruptamente contra el acantilado. Y sentí más lástima cuando conocí un poco mejor a su sobrina, a la que yo había calculado doce años y en realidad había cumplido los trece. Hay una pequeña diferencia como se encargó de demostrarme meses más tarde. Esa niña era el mismo demonio. Cuanto más la recriminaba Don Benigno, amenazándola incluso con devolverla a la ciudad de donde había salido si la veía conmigo, más me buscaba y con mejores artimañas se apañaba para comprometerme. Sobre todo después de las comidas, en que el cura se quedaba traspuesto y habiendo previamente intentado en todas las maneras posibles estirar su pierna para rozarme con ella. Creedme si os digo que yo era un angelito. Creedme también si os digo que no sé lo que pretendía jugando con los espaguetis en su boca, deslizándolos a dentro y a fuera mientras me miraba con esa sonrisa que años más tarde he visto en mujeres fatales (en el cine). Para mí que esta niña no estaba bautizada y si lo estaba, el agua no había sido bendecida. Recuerdo sobre todo aquella tarde en que Rosita estuvo especialmente solícita con su tío en la comida, sirviéndole generosamente el vino que abundaba en la casa. Insistió en que le sentaba bien y que no sé que médico de su ciudad había dicho en casa de sus padres que el vino era una medicina para el alma; Don Benigno estaba predispuesto a creerla y bebió para salvar su alma, sin saber que bebiendo, estaba a punto de condenar la mía; porque en cuanto se levantó de la mesa y se sentó en su sofá preferido, los ronquidos los oyeron incluso los muertos del cementerio que estaba al lado de la casa consistorial. Los hubieran oido igualmente si estuviese alejada. Y Rosita pasó al ataque. Me agarró de la mano y me arrastró entre risas al otro lado de la casa con gran crujido de las maderas que pisábamos y con gran alarma mía que no sabía si debería temer más a que don Benigno se despertase o a que Rosita le diera por ...lo que le diera.
Pero ya sabéis como son estas cosas, con el corazón a mil, seguía a aquel demonio a donde me llevara. Y fue por fortuna, a la biblioteca. Me soltó, se subío a una escalerilla de tres peldaños y tomó un libro del estante y entre risas me dijo..."toma leemelo.." Leí el título: El Decamerón.
-Tengo que leerlo todo..?
- No, hombre, lee la página 214. Habla del demonio!
!!Os lo dije!,..¿nos os lo dije?? esta niña es el demonio o fruto de alguno de sus encuentros con alguna meretriz!
Leí la página que me indicó (hubiera leido el libro entero de una tacada, si me lo hubiera pedido ...!.hombres...!). Se trataba de la historia de una doncella que servía en casa de un cura y un día este la llamó para instruirla en la tarea de aprender a "introducir el demonio en el infierno." Enseguida oí las risitas de Rosita.¿sabes lo que quiere decir eso exactamente?. Parecía imbécil, no lo sabía. No obstante fuí haciéndome una idea a medida que iba leyendo..de cuando en cuando levantaba la vista del libro para mirar a la niña...¿Niña? Aquello parecía una caldera en ebullición, me miraba con una sonrisa tan rara que me dió miedo...miraba mi cara y después miraba...mis....pantalones.....en una ocasión incluso llegó a ponerse tan cerca de mí que su cara me impedía seguir leyendo...fue justo cuando su mano se metía en mi bolsillo que oimos las campanas de la Iglesia tocar a arrebato. Ya sabéis, los designios del Señor son inexcrutables...La voz de Don Benigno retumbaba en toda la casa pronunciando el nombre de Rosita, al tiempo que con una mano sujetaba la cuerda que tañía la campana. No había ningún fuego, simplemente el cura presintió el peligro y echó mano de lo que tenía. Al verme, sus ojos inyectados en sangre se dirigieron a mí como si hubiera visto al mismo Lucifer. ¿Dónde la tienes? Maldito seas, si le has tocado un pelo, haré llover sobre tí fuego y azúfre, malnacido..¿Donde está Rosita?
La voz de Rosita se escuchó enseguida, angelical, como si acabase de levantarse de la siesta. Aquí, tiito...estábamos en la Biblioteca, leyendo.
Por una vez la mentira era la verdad y aplacó someramente los ánimos del cura que mirándome con ira, dijo que ya hablaríamos.
Ese día comprendí varias cosas, pero sobre todo una: temer a las mujeres angelicales tanto como a Don Benigno.
Y me dispuse a sacarle provecho a la situación.
Pero eso ya será otra historia.
Orense, que vos tampoco tenías mucho de angelical al comienzo del relato, ella estaba dirigiendo todo y la seguías con gusto.
ResponderEliminarEn tu ausencia leeré demás publicaciones de tu blog que aún no lo hice ;)
Este diamante se queda...
Un abrazo
A pesar del tan mal dia como he tenido, has conseguido arrancarme una sonrisa... como me gusta esa Rosita.
ResponderEliminarEspero que no tardes en volver, se te extrañara y no solo por no poder leerte..
Besitoss
ufffff, también he desaparecido de aquí.
ResponderEliminarCesar mi avatar ha desaparecido de la blogosfera pero sigo aquí, debo tener un problema técnico. Mis disculpas.
jajajaja, que buen relato, Rosita era un poco picara la criaturita de la virgen.
Regresa pronto, amigo.
Besitos
Divertido. Muy divertido.
ResponderEliminarLo bueno de la vida moderna es que estés en donde estés, siempre puedes asomar...
ResponderEliminarAurora, iba para niño problemático, pero opté por el buen camino, ya que a malo casi todo el orbe me ganaba. Me alegra que te quedes engarzada..
Sweet, espero no tardar, pero sobre todo lo que me ha entrado es una pereza monumental (y mental), me pasa siempre que tengo que conducir..y me gusta conducir.
ResponderEliminarSilencios, me he percatado de tu desaparición justo cuando hablaba de ocho diamantes! Casi rectifico, no me gusta quedar por mentiroso..(je)
ResponderEliminarDe todos modos, me alegra que no haya sido más que una dificultad técnica y me alegra también saber que no soy el único que no tiene ni idea de colocar gadgettos y reparar averías inmateriales..
Raúl, gracias, muchas gracias.
ResponderEliminarJajaja. Tiene mucha chispa tu forma de narrar.
ResponderEliminarGracias por dejar tu huella en mi blog
Saludos.
Sinuosa, esto es un poco como el político...yo dejo, tu dejas, él toma...
ResponderEliminarY la cadena nos va encadenando..
Gracias por tu respuesta.
Te devuelvo la visita César y me quedaré un poco por aqui husmeando en tu blog.
ResponderEliminarRegresa a mi rincón y recoge el premio,también es para ti.
Bicos meigos
Meiguiña, ya es premio que alguien lea alguna de las tonterías que escribo, así que, vale, me haré la foto con el premio...
ResponderEliminarUn divertido y entretenido resumen, me ha gustado tanto que he decidido (si no hay objeción) quedarme por estos lares disfrutando de tus irónicos escritos.
ResponderEliminarUn placer conocerte. Saludos
Por dios, I am....no hay objección alguna...quédate, te lo ruego..!
ResponderEliminarMe hará responsabilizarme, si llego a doce seguidores los Reyes Magos me traerán alguna cosita..!
bienvenida!
Como agradecimiento a tu cordial y calurosa bienvenida como hoy me siento generosa acabo de dejar algo para ti en mi blog, todo sea por convencer a esos viejos Magos lo mismo si soy buena y hago regalos me traen el ferrari rojo que les he pedido por decimo año consecutivo.
ResponderEliminarBesos
Te iba a contestar a algo que me escribiste en el blog, pero con el cuento de Rosita se me ha olvidado totalmente...
ResponderEliminarDe toda la historia (muy divertida por cierto)me quedo con lo de "introducir el demonio en el infierno." jajajajaja
El móvil... seguro que la falsa falsedad era ese bicho que vibra en los momento más inoportunos
ResponderEliminarEsa era la falsedad, chica lista!
ResponderEliminarHoy el comentario no lo pongo para Cesar (él sabe de sobras lo que me gusta leerlo) lo pongo para los seguidores del Blog. Creedme a mí cuando os digo sobre la candidez de nuestro "Blogeador" queee... ¡NO me creo nada! Jajaja
ResponderEliminarSaludos a todos.
Descreida!! ¿Tú que intentas estropear mi mala fama? No me lo esperaba de tí..jeje..voy a poner clave para que no puedas leerme! O aprietas el botoncito o nada!
ResponderEliminarAquí he venido... que he visto el breve resumen ... y las artimañas de Rosita, una de las angelicales jeje!
ResponderEliminarBueno que me gusta la historia!!
Más besos desde el abismo