jueves, 9 de septiembre de 2010

Prólogo

                                                 Ruta de la Plata II
                                                     


Hacía algún tiempo que quería emprender el Camino de Santiago. Más de diez años. Un año por unas causas, otro por otras diferentes, o por las mismas, no he podido realizar ese deseo. De este año no podía pasar. No importa el motivo por el que se recorre el Camino, siempre acaba siendo un desafío personal.
A fin de prepararme sicológicamente, un domingo de finales de agosto corté una hermosa vara de “salgueiro” que sobrepasase ligeramente mi estatura y que en el extremo más delgado forma un tridente que imaginé alejaría a perros y alimañas. En todo caso resultaría de una gran ayuda para colgar mi cámara de fotos en las múltiples paradas que estaba seguro me vería obligado a realizar.

Dos día antes, el sábado, me surgieron serias dudas acerca del viaje, ya que quién debería acompañarme no se sentía recuperada, después del accidente que había tenido meses antes. Me animó y me acompañó a comprar las botas de andar. Ahí empezó el Camino. La dependienta que me atendió me enseñó unas botas que me gustaban y que eran impermeables al 60%. Bien, pensé, si de cada diez veces que llueve sólo se mojan seis, es posible que aguanten todo el camino secas. Sólo voy a tardar cinco días. Pero enseguida pensé: “¿y si se moja el pie el 60%?” Sería un problema; tres dedos mojados y dos secos. Decidí comprarme aquellas que eran impermeables al 100%. Los riesgos, como los impuestos, los justos.
Por la tarde me hice con una mochila casi profesional, le pedí prestada la cantimplora a mi hijo pequeño, preparé el botiquín con vendas, tiritas, esparadrapo, ácidoacetilsalicílico, neceser de primera urbanidad y me sentí como un auténtico boy scout. No sabía lo que me esperaba.

El domingo antes del lunes de la partida lo pasé relajado, en familia, mientras mis dos hijos hacían apuestas para adivinar a qué lugar del Camino tendrían que ir a recogerme.
Cría cuervos.
He de confesar que esa noche no pude dormir demasiado pensando que tal vez hubiese tomado una decisión precipitada, sin demasiada preparación. Pero la suerte estaba echada. Acabé de hacer la mochila; un pantalón, seis polos, una toalla, un bañador y colgada la cantimplora. A última hora decidí que me acompañase la cámara de fotos  al cuello. Un poco de chepa a cambio de la inmortalidad.
                                             Albergue de Peregrinos de Orense


El domingo por la tarde acudí al albergue de Peregrinos de Orense en busca de la acreditación que deberían sellarme a lo largo del camino y me remitieron a la sacristía de la catedral al día siguiente a las ocho de la mañana.
  Tres cosas hay en Orense que no las hay en España, el Puente Viejo y las Burgas y el Santo Cristo con barbas.



El Camino de Santiago, en donde se llama Ruta de la Plata, pasa por Orense siendo ésta la última etapa que computa para ganar la Compostelana. Para obtenerla necesitamos recorrer al menos cien kilómetros a pie. Desde Orense hay aproximadamente 106, de los cuales al menos 40 son de importante pendiente. Al día siguiente habría de comprobarlo en mis carnes.



Orense a tantos de tantos de 2010

9 comentarios:

  1. Yo creo que no voy a ser capaz de hacerlo...

    Me gusta su aventura y estoy deseando ver esas fotos de Camino....¿será posible????

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  2. Gracias César por acercarnos este camino, hasta ahora para mí desconocido, a pesar de recorrerlo muchas veces en coche.

    Se anuncia un camino duro, pero intenso por lo bello y transcendental Por favor, no seas crúel, no nos hagas esperar mucho.

    Buen Camino, Peregrino.

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  3. Gracias por compartir los pasos de su camino, lo recorro con gusto a su lado, sera la única forma que podre recorrerlo...


    Besos con cariño

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  4. La travesía del moderno peregrino comienza en la zapatería, entre tantos por cientos y cientos de botas como probabilidad, una delicia oírtelo referir.
    Creas tensión, se percibe en cada palabra, hay momentos en los que tus dudas me recuerdan al redoblar de los tambores segundos antes de que el trapecista iniciara el salto. Y como él terminas por vencer todos los temores y te pones en marcha.
    Un hombre y una mujer valientes, especialmente ella capaza de afrontar el reto después del accidente. La espiritualidad del amor se impone a la contingencia y una vez derrotada ésta lo que resta habita en la inmensa fortaleza del paso como natural medida de la vida y del vivir.
    Lo dicho, un placer leerte y saberte con la mujer de tu camino en el camino.
    Recibid ambos un fraternal saludo.

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  5. Nazaríes, si lo haces por ver las fotos, creo que te llevarás una decepción. !El cansancio no me permitía pararme!
    Y las pocas que saqué, lo hice con la máxima calidad de bytes con lo que no consigo subirlas adecuadamente, por su ingente `"peso".

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  6. Muy duro, amiga de la esperanza, muy duro! Una vez pasado sólo recuerdas los buenos momentos, pero en más de una ocasión dude de poder acabar.
    Uno ya no es un mocito.

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  7. NV Ballesteros, nunca digas nunca jamás. ¿Quién te dice a tí que un verano en vez de Acapulco recorres el Camino?

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  8. Esta vez ella no fue valiente, José Alfonso, pero sí generosa. He tenido que peregrinar por los dos pero en soledad.
    Creo que ese es el auténtico peregrinar. Lo otro es excursión.
    Lo de las botas es un error debido a mi tozudez, ya que todos los manuales aconsejan no andar con zapatos nuevos.
    Y bien caro que lo he pagado.

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  9. Me gusta como preparaste el viaje con el entusiasmo de un explorador de los de antes:

    "corté una hermosa vara de “salgueiro” que sobrepasase ligeramente mi estatura y que en el extremo más delgado forma un tridente que imaginé alejaría a perros y alimañas"...

    La gente con ilusiones de niño..siempre me da mejores vibraciones!!! :)))

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