jueves, 4 de febrero de 2021

                                        Ética, impuestos y educación fiscal


.Acumula muchas frases ingeniosas D. Albert Einstein, no en vano es un genio, y espero que ésta sea una de ellas, ya que a él se le atribuye: “lo más difícil de entender del mundo es el Impuesto sobre la Renta”. No quiero enmendar al Sr. Einstein, pero pienso a título particular, que lo más difícil de entender en este mundo es el reparto de los Presupuestos Generales del Estado. De ello hablaremos al final, como corolario de esta pequeña aportación. Con el fin de acomodar un poco las ideas al título, “Ética, impuestos y educación fiscal”, conviene decir que la mayor parte de la literatura que existe en torno a la Ética de los impuestos, al menos la que yo he podido manejar, procede de asociaciones religiosas, como si la ética emanase únicamente de la religión. Ética e impuestos son conceptos que se han entrecruzado a menudo y no siempre en concordancia. Sin embargo, los impuestos son la prueba del nueve de la auténtica ética, aquella que te hace obrar desde la conciencia y no desde los intereses personales. La ética, “proporciona al ser humano una serie de criterios y marcos teóricos indispensansables para normar la conducta haciendo al ser humano responsable y capaz de tomar decisiones a la luz de los valores universales” (Horacio Ziccardi, Profesor UBA). Los valores universales van cambiando a mayor velocidad de la que sería necesario, y las sociedades van mutando a su ritmo, imperceptible a veces, pero inexorable, consiguiendo que aquel valor de “solidaridad” que suele ser el cemento de unión en épocas de penuria, se convierta en algo menor cuando las sociedades o los individuos creen estar a salvo y nada necesitan de sus congéneres. Malos tiempos para la Ética, podríamos parodiar. Sin embargo, el ser humano es un ser social por naturaleza, vive en comunidad y utiliza los servicios que el estado pone a su disposición y por ello, como miembro de la sociedad es sujeto de un deber ético de contribuir. Por otra parte, los impuestos son cargas sin las cuales el Estado no podría garantizar la vida del sujeto en sociedad. Por ello, teniendo en cuenta este elevado objetivo resulta imperativamente ético que el individuo haya de contribuir. La ética no debería permitirnos que la contribución al sistema fiscal resulte imperativo, pero tampoco hemos de excedernos en la confianza de la bondad humana, a pesar de que el filósofo alemán Peter Sloterdijk postule la teoría del “regalo”, en donde no tenga sentido la coacción y la recaudación imposiva forzada. Pero volvamos a la tierra. Los impuestos, son eso, imposiciones de las que todos querríamos librarnos y que sobrellevamos por imperativo legal, en tanto no exista una conciencia social plena de pertenencia a un ámbito social, a una empresa común, a un proyecto colectivo que nos incardine. “Por ser el hombre naturalmente social, puede proponerse fines que trascienden del propio y que exigen la integración de su esfuerzo en el de otros hombres”. (Eloi Luis André, Deberes éticos y cívicos). Una vez que estamos convencidos de que los impuestos son necesarios para que el Estado garantice la vida en sociedad, tanto más cómoda cuánto más aportaciones del individuo, aquel ha de distribuir las cargas de acuerdo a la capacidad contributiva de éste, de modo que quienes más tienen parecería lógico que contribuyesen en mayor medida al financiamiento estatal, para respetar el principio constitucional de equidad. Durante mucho tiempo y al amparo del poder de la Iglesia, sustentado en la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos, se consideraba que la autoridad civil y por ello el poder de implantrar impuestos emanaba de Dios “..y por eso también ustedes deben pagar los impuestos: los gobernantes, en efecto,son funcionarios al servicio de Dios encargados de cumplir este oficio. Den a cada uno lo que le corresponde: al que se le debe impuesto, el impuesto; al que se le debe contribución, contribución; al que se le debe respeto, respeto…”. Pero fue un hombre de Iglesia, Santo Tomás de Aquino, quien en el Siglo XIII y en su obra “Summa Teologica”, se atrevió a contradecir ligeramente esa posición y realizó lo que sin duda personalmente considero el soporte más serio en que pueda basarse un razonamiento que lleve desde la razón y la ética, a pagar impuestos. “La finalidad del diezmo es ayudar al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que coman hasta saciarse”. (Deuterenomio). Los impuestos, pues, no son cosa de la Revolución Industrial, sino que vienen de antigüo y atienden a necesidades básicas que a veces los ciudadanos por sí mismos no consiguen atender. Posiblemente conocedor Tomás de Aquino de las constantes protestas surgidas en los ciudadanos contra los gobernantes por el pago de impuestos, decidió escribir acerca de la justicia de los mismos. Consideraba Santo Tomás, ya en el Siglo XIII que el impuesto era justo y producía el deber moral de ser pagado si cumplía los siguientes cuatro principios: 1.-La causa final. Un impuesto sólo es lícito si se dedica al bien común. Solamente se debe aprobar en el caso de que los representantes de la sociedad, (ahora convendría añadir: debidamente elegidos) lo consideran justificado por los beneficios que para el bien común producirá la actividad a financiar con él. 2.-La causa eficiente. El impuesto debe ser aprobado por los representantes de la sociedad, aquellos a los que la constitución política conceda poderes para implantarlo. Además tiene que ser exigido con las debidas garantías. 3.-La causa material. El impuesto debe gravar a quien tenga la capacidad económica suficiente para hacer frente a su pago. Es preciso que exista una realidad económica que posibilite la recaudación del tributo. 4.-La causa formal. La cuantía del impuesto debe guardar una adecuada proporción con la capacidad de pago del obligado para hacer frente a éste. Este principio constituye “el requisito básico de la justicia del impuesto”. Los cuatro principios, como toda ley que se precie, quedan abiertos a interpretaciones, pero no dejan de ser columnas sólidas que reclaman el derecho del Estado para financiarse y la obligación soliaria (y ética) del individuo para contribuir a la financiación. Tomemos a modo de ejemplo el tercer principio: “El impuesto debe gravar a quien tenga la capacidad económica suficiente para hacer frente a su pago.” ¿Qué ocurriría si se ha tenido esa capacidad, no se ha contribuído y finalmente se pierde? ¿Es el individuo responsable a futuro? No cabe duda de que sí, con permiso de Santo Tomás. A pesar del gran avance para los estudiosos del tema en cuestión, a pesar de la gran aportación de Santo Tomás de Aquino, esos principios fueron levemente modificados por la doctrina de Adam Smith en su obra “Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, en 1776. Adam Smith, tomó aquellos principios del Santo, los salpimentó, los enharinó y los presentó en sociedad. Así pues, Adam consideraba que el impuesto era procedente si conservaba ciertos principios, a saber: Principio de legalidad: las normas fiscales deben ser aprobadas por la autoridad legalmente constituída. Principio de Igualdad: Igual tratamiento a igual capacidad tributaria. Principio de proporcionalidad: Que las cargas deben estar equitativamente repartidas en la población, no impidiendo por ello la progresividad del impuesto. Principio de no confiscatoriedad: No se pueden aplicar tributos que violen el derecho de propiedad. Así enumerados no podemos desentrañar por completo la ética de los impuestos; habrá que acudir a Santo Tomás y repasar su principio primero: la causa final, que ha de ser justa y dirigida al bien común. Así pues, el impuesto es ético y ha de ser aceptado si: - Es promulgado por la autoridad debidamente elegida, - Tiene como finalidad obtener recursos para satisfacer las demandas de la sociedad. - El gasto público es gestionado (ay!) con suficiente eficacia y honradez. - Es adecuado a la posibilidad de cada contribuyente. Quería acabar dando sentido al título que, además de Ética e impuestos, habla de educación fiscal. No me refiero con ello a desentrañar la declaración de la renta, que ya hemos visto que incluso a Einstein le sobrepasa; dejémoslo para los economistas. Desearía más bien que desde la escuela se conociese de dónde salen y a dónde van nuestros impuestos, conociendo los Presupuestos Generales del Estado, ya sea someramente, no tanto como mera materia de estudio sino más bien como modo de vincular desde la infancia a los niños con el sistema impositivo y con el orgullo de contribuir al estado del bienestar del que todos queremos enorgullecernos y si se atreven, intenten en el futuro impulsar una regulación más legítima, más ética y más justa, si creen que la de Andorra lo es más. César Luis Santamarina.

lunes, 14 de octubre de 2019

La sentencia.




La sentencia.


Mi niño, (aquel a quien prometí que las zapatillas que le regalé correrían a 50 km /hora, al menos) ha crecido.
Ahora, además de ser un profesor respetado, hace deporte. Varios deportes.
Hace unos meses, mientras practicaba bicicleta, en un semáforo, un coche giró intempestivamente a la derecha y dio con los huesos del chaval en tierra, dislocándose un hombro y produciéndose otras heridas, sobre todo en el orgullo....
Yo siempre creí que podría ir por donde iba, mi señora siempre creyó que podría ir por donde iba, toda mi familia y todos mis amigos creyeron que podría ir por donde iba, la testigo del tercer coche que declaró en el juicio, afirmó que el chaval discurría por su sitio, con prudencia y que ella NO vio intermitente alguno en el coche que dio con él en tierra.

Se celebró el juicio, como suponéis y la autoridad que levantó atestado afirmó a pesar de todo ,que no podía pasar por donde lo hizo.
Aún no ha salido la sentencia pero el abogado nos ha dicho que vista la firmeza de la autoridad, nos preparemos a pagar los desperfectos que el hombro del chaval causó en la chapa del BMW.
Y uno, que es terco pero con inteligencia práctica, comprende que podía estar obnubilado por el amor paternal y se presta a aceptar la sentencia y a pagar si así lo decide la señorta juez que ha visto la causa.
Y es que, señoras y señores, independentistas o no, dura lex, sed lex.
En Orense a tantos de tantos, día de la sentencia.

jueves, 10 de octubre de 2019


Una auténtica lástima que no sepa incluir las ilustraciones que me regaló D. Alfredo García Francés, para  esta copla del ínclito Ramiro de Dospechos y que publiqué en su blog "Encuentros".





   de Dos Pechos, uno izquierdo y otro derecho

 

Relato fuera de Concurso




Aquesto que aquí os cuento/ lo juro por mis cenizas/ me ocurrió hace mil años/ cuando en la tierra vivía/. Habiéndome enterado/ por voceros de otra vida/ de las justas que facedes / os mando esta tontería.

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMKZl_qv6TVadj4gjNbWf7DwXDEnH04xU7OxvTCv7VqoG1hzMF4ggde_EayfkgeOvhjI-cBxMUcqPWm78aKKV8VPZD4Y-U0R5tU_GPn0naKRBPCsalVA5OEwUKCYXlnItcL0ESl3g4KdI/s400/jovencitas-desnudas-1.jpg…Bajaba como ya he   dicho/ don Ramiro hacia el río/ cuando de pronto escuchó/ del bosque un vocerío/ suave era primero/ al acercarse, crecido/ escondióse tras de un árbol/ y allí contuvo el respiro/ mientras veía bailar diez mujeres en ombligo/ y que además de lo cual…!no llevaban atavío/ estaban como su madre/ del coño las ha parido!/ Asustóse al principio/ enseguida se refizo/ abrió sus ojos azules y los puso como higos!

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnFGfTo6_xhvwKPIFq8i6GdaNDOr4NClRq7ua3Z9sd2qBT4A2WTyyakJSZO2SBqHN0o_g3NivoDmKQAGKfwmLG8YfN1QTjhSPCWT86FhgYugIgFgKEoN0yq2lsLoBoR7zL_lkqiS3hI6U/s400/riocor.jpgEstando en esta quietud/ fuésele pronto el sentido/ tras los culos de las hembras que bailaban de seguido/ del culo pasó a los pechos/ se mareó don Ramiro/ pero antes de caer/ sintió que era cogido/ en el sentido español/ no en argentino sentido/ que ya se verá más tarde el placer de ser cogido/

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6k67rTrDGrFJEF13zak8t_tQzk_YPR-MQCTCDg_eHDFYZPC1-SNN0L1ouhfnqZWX2NSkq1ku-Vu8LAwveW3wccwa9Tg1DvpyiSUo63WNirTmFaF_OPXtvT1s4LwMk0xoubRDq1P68x2g/s400/caza-de-brujas.jpgRecuperóse Ramiro de la flojera sufrida/ y ocultándose de nuevo/ e ignorando la ferida/ Dispúsose a admirar/ aquella rueda de vida;/ doce mujeres en cueros/ gateando de rodillas/ rodeaban a un mancebo/ atado por sendas cintas/ de tobillos y de manos/ negando un paño su vista./

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAIvAM4bOji-PlUGTTnnEFhNz89jXtwgUjlN6dmoH31f3AQB2E0Iuh7a_QG_EXzrMi0iq-RQ-aQW8TPE53OuPamkVq293pGEQ0fwZsSD3okADzJFCdgK2Q64NIKOexnaq1poxBMEZK5C8/s400/aquelarre_jabalon.jpgDe pronto una mujer/ aquella que hace la quinta/ le arranca la venda negra entre aullidos y entre risas/ Don Ramiro asombrado / reconoció enseguida/ al mancebo maniatado/ ¡era el cura de la villa! Desenvainó su “pasiega”/ para cubrir su salida/ mas contúvose al instante/ sin creer lo que veía/ una mujer en cuclillas/ en la boca le ponía/ sus dos glúteos indefensos/ mientras el cura decía/ “dejadme malditas brujas,/ no lograréis la semilla/ porque Cristo me protege/ Cristo y la virgen María”/

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi2qWP9QP1tmWJfSvElpL010d5DdOsui4w4WA96gffMxx-COCh_2TA5OqN8ygUngn3aeMg3e02BDT_vAeizCFNQk6vqKZyBp8eFxwXr1ZM8-dD42Gc2DKzi0C1cy_UrXzmzmc9uqhou_o/s400/brujas.jpgAl acabar de decir, semejante letanía/ don Ramiro observó / como al cura le crecía/ justo debajo del pubis/ larga y gorda golosina/ y la mujer de las trenzas/ con las trenzas la prendía/ mientras el cura gritaba/ ”besadme, malditas brujas/ acabad con mi agonía”/

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG4YJbHUkpeXjzT8BBs1HcrJI4T59SFvmSCPmHV7SaR-W_uk0xSklAgJn1fEP-aEYFFwRR6Pk8HQcqsU_TU11wcH4KhHjQfHpXkpkmkTcIy1r2IJDm2keEghA38gSY_BZSfAo74Ktb1a4/s400/parejita-1.jpgMientras, a Cristo rezaba/ desta manera decía:/”Señor, castidad os pido,/ mas no la quiero enseguida”/ Las mujeres que lo oyeron/ se acercaron a su orilla/ y mientras una de pie/ le enseñaba sus insignias/ otra dellas con cuidado/ por todo el cuerpo lamía/ una tercera acercóse/ y oyó que el cura decía/ “por favor, buena mujer”/ domestica a la pollina”/ pollina ya no lo es, ahora es polla crecida! Mas pensemos que pollina/ y montémosla en seguida/ y en diciéndolo se puso/ frente al hombre de cuclillas/ absorbiendo el pecado/ de una sola sacudida! Mientras el cura gritaba/ “Jesús que me quedo encinta! Dadme fuerzas Padre Eterno/ que no acabe enseguida/ dadle un castigo mayor a esta maldita que grita/ déjala que sufra más/ que sufra ma ah, ahhh, as... la maldita!

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkLBxfxLyagJiJE-0DkrIbM0VQewRrZM1fiFih7offYFb7GjjgylRsN74fTwhVNcJDdip8-HCDE8bZ2gXYc1oPlfSZTWMYrDJLyqbmvCo_symtgPWqDRvnDAQvpzEDtw3umOz4-mVJri8/s400/escritor+cachondo.bmp


Publicado por García Francés - 22:05 

27 comentarios:

1.                 https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY1GLvJwnjwFJzWgFh6joOy9wpeYI-FbuhS8nw3aJ9pk4RKPkpoFaDJ-NQM8F9xFVvkRa7W9r0qcmY70JHH6lZYaPpq27HFf9dJ6PnExmillos1wlb_vOdP74_ZAxS1PVMe90fnFk53y3G/s35/esplada.jpg


Mil lágrimas caen por mis ojos
y mil agüilla por mis narices
de tanto que me he reido , y de tanto me he divertido...
que ahora mismo a D. Ramiro Dedospechos
yo, hasta le enseñaría uno mío..(pecho)..

Enhorabuena D.Ramiro, hasta ahora yo creía, que usted sólo leía...


2.                 https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6Dpuq-IhpB2Sxhuvz_M8mWZ0zJzg-FewEvlL335b_xXvcmhfCBJNMzzSadVEB2RzWPzMSTliZ09U9M-JSWdGOi9tELe9YmcQryRndhFknNXuP_X0tDt_QYrnoj0ZvQicmhbOul3LcI33P/s35/ana4.jpg
minerva

lunes, 15 de julio de 2019




 
                                       La increíble y verdadera historia de un piano
                                                         viejo y desafinado

                                                                       (Y dos y ya)



Tres hombres con sendas mantas entraron en el pequeño local en donde las cuerdas de aquel piano viejo reposaban adaptándose al medio. El afinador había cursado instrucciones acerca de las precauciones que habían de tomarse, pero por los gemidos y empujones de los tres hombres me pareció que no las recordaban.
El piano se quejaba a veces con notas espaciadas del trato brusco de que estaba siendo objeto, pero los hombres seguían a los suyo, ajenos a la sensibilidad musical que requería el objeto. Finalmente consiguieron subirlo a la furgoneta que habría de llevarlo a su destino definitivo.
Uno no sabía cómo sería acogido, por eso eligió un momento en que no hubiese nadie en casa, tan sólo el futuro pianista. Fue arrastrado pasillo arriba hasta ser ubicado en el lugar que me pareció más indicado.
Una vez allí, apareció el afinador, levantó la tapa y dejó caer sus dedos sobre él, al azar. Meneó la cabeza y adiviné que harían falta unas cuantas horas más a 40 euros para conseguir el sonido que el afinador precisaba.
Concertamos la nueva cita, para según él eliminar el estrés del viaje y asentar en el nuevo medio los acordes y las cuerdas.
Al día siguiente se personó a la hora indicada, pero  me había olvidado de avisar  en casa de que se presentaría. La dueña de la casa, la persona más sensata de la misma, abrió la puerta y enseguida se retiró a la habitación a tomar la cartera y depositar dos euros en las manos de la persona que había llamado.
- No señora, vengo a afinar el piano, comentó.
- Ah, perdone, pase, pase. Al final del pasillo.

La persona más sensata de la casa tomó el teléfono y me puse.
- Tengo que salir a comprar, tú crees que puedo dejar sólo a éste hombre?
- Tranquila, no creo que se pierda por casa. Además está el rapaz.
- Ya sabes que ese cuando estudia no se entera de nada.
- No te preocupes, es de fiar, algo bohemio, pero de fiar. También es bohemio Julio Iglesias. Y soñador.
- Pero a Julio Iglesias no me lo traes a casa!
- Venga, vete tranquila.

Cuando al mediodía llegué a casa, el estudiante practicaba en el piano con una sonrisa de oreja a oreja que me tranquilizó.
El afinador vino un par de horas más de semana en semana para seguir el proceso de adaptación de las cuerdas al nuevo medio. Entretanto el estudiante pasaba sus descansos asomado a las teclas del piano, aplacando con ello las suspicacias de las personas sensatas de casa que nunca creyeron en el buen fin del armatoste que había metido en casa.

Pasados dos meses, el afinador dice que todo lo que puede hacer está hecho y que al día siguiente vendría a retocar una de las cuerdas que más problemas presentaba.
Quería verlo en acción así que adelanté la salida y me presenté en casa.
Todas las horas, a 40 euros, que el afinador había empleado me parecieron una minucia al escuchar Imagine, a un lado el afinador, a otro el estudiante y las cuatro manos extrayendo notas melódicamente. Ambos habían cumplido con lo prometido.

El estudiante se recreaba en su tiempo libre, acertando cada ve más a menudo con las teclas.

Una noche se levantó asustado y vino a nuestra habitación. Papá, el piano dispara!
- Venga, hijo, que son las cuatro de la mañana, a ver si sueñas con chicas!
- Que es en serio, el piano dispara!.

Me levanté y desde el pasillo efectivamente se oían los disparos; Pac, pac, pac.
Nos acercamos, la más sensata de la casa detrás de mí, con una escoba, y asomamos al salón en donde se encontraba el piano. Habían cesado los disparos.
- Eso te pasa por meter cualquier cosa en casa, oí que decían.
 Poco me parecía para la aventura que había emprendido.

A la mañana siguiente se presentó el afinador, le pregunté qué había pasado y espetó: murió.
Le miré a la cara para ver su sonrisa, pero su rostro se mantenía serio y pesaroso. Se sacó la gorra, se la llevó al pecho y mirándome por primera vez, repitió: murió.
- Pero se podrá hacer algo por él, a 40 euros la hora.
- Nada, murió. No tiene por ahí una copita de licor café? Es para pasar el mal trance.
Le regalé la botella, temiendo que si se la bebiese allí pronto me pediría para el funeral y los responsos.
Los restos del piano descansan contra la pared, a la espera de convertirlo en un hermoso piano-bar, que acoja las botellas más extrañas que pueda encontrar.

Y hasta aquí, la increíble pero cierta historia de un piano viejo y desafinado que lo sigue siendo.

En Orense a tantos de tantos.




lunes, 8 de julio de 2019

 
 
 
La increíble y verdadera historia de un piano viejo y desafinado.
(En dos capítulos breves y desapasionados)
 
 
Observaba cómo se entretenía tocando cualquier instrumento, en los escasos descansos de su duro oficio de opositor.
Conocía su amor por la música y  por cualquier instrumento musical. Se había enseñado a sí mismo a tocar la guitarra, el bajo, la armónica, la tambura y cualquier instrumento con cuerdas, pero nunca le había oído tocar el piano.

A pesar de todo, el día que lo ví en aquella tienda de segunda mano, pasé de largo. A los diez pasos volví para contemplarlo. Era viejo, feo y posiblemente sin cuerdas. Pero no podía dejar de mirarlo y una especie de lujuria se apoderó de mí. He dicho lujuria, no locura, como debería de  haber dicho. Entré y pregunté su precio. Asequible. Salí con el pensamiento de que ese piano tenía que ser mío;  Si no sonaba, adornaría cualquier pared del salón. Contra la oposición que seguramente me encontraría de personas más sensatas de casa, tenía que ganarme la complicidad de alguien de peso. Y tenía que ser él.
¿Si traigo a casa un piano, aprenderías a tocarlo?
 En diez días, me contestó.
Nunca hablaba en vano, así que lo creí. Corrí hacia el local en cuestión, en la convicción de que todos los locos de la ciudad habrían pensado lo mismo que yo y ya no estaría el piano en su sitio. Pero allí estaba. Pregunté en una tienda de instrumentos musicales y me orientaron acerca de las condiciones que tenía que cumplir para  que al menos aguantase una temporada. Que tenga el "alma" de acero, me dijeron. Busqué la traducción y supe que querían decir que el corazón a donde iban a parar las cuerdas, debería ser de acero, no de madera. Éste cumplía al menos con este requisito.
Tres hombres, cargados de mantas lo arrastraron hasta un pequeño local que tenía desocupado. Antes de llevarlo a casa debería constatar que sonaba. Pregunté por alguien que afinase pianos y me dijeron de dos personas. Una vivía muy lejos, la otra en Orense. No había dudas. Me puse en contacto con él y después de cerciorarme de que merecía la pena el intento, me aseguró que él haría revivir cualquier piano que tuviese cuerdas. Éste las tenía todas, al menos.
Concertamos el precio y se puso manos a la obra. Me exasperaba su lentitud estirando las cuerdas. Me explicó que había que hacerlo muy lentamente, para que tomasen temperatura y no rompiesen No podía discutir, era mi primer piano y sólo esperaba que no fuese también el suyo. Lentamente pasaban las horas, a 40 euros  y pasados unos días seguía estirando cuerdas con mimo;  de cuando en cuando hacía sonar una y miraba hacia una pantalla del ordenador portátil meneando la cabeza con desaprobación. El piano había sido barato, la música me temo que no tanto.
Tres días más tarde, me asomé por el local y nada más entrar oí a Elisa en dulce melodía con Beethoven y el corazón se me aceleró, seguramente también pensando en la cartera. Por fin sonaba!
Entré y saludé al afinador que me miraba debajo de su gorra, sin apenas hacerme caso.
- Parece que suena bien, intenté convencerlo.
Gruñó argumentando que tenían que pasar unos días para que las cuerdas se asentasen, tomasen calor y se acostumbrasen al nuevo medio.
Parece que tuviesen karma las jodidas cuerdas, pensé.
- Bien, entonces podemos llevarlo a casa y comprobar allí si aquel medio les conviene.
- Si se traslada, las cuerdas sufrirán el estrés del viaje y el cambio ambiental y habrá que volver a afinarlo. Son muy delicadas y están viejas y mal cuidadas. Pero no se preocupe, tengo solución para ellas.
A 40 euros la hora, pensé. Pero tuve el buen gusto de no decir nada.
- Bien, lo llevaremos y habrá que hacer lo que haya que hacer, manifesté filosófico.

Llamé al lugar en donde lo compré, concerté el precio para el nuevo transporte y al día siguiente lo llevaríamos a casa.
Pero esa será otra historia, con sus sorpresas, por serlo, inesperadas.

Orense a tantos de tantos.

viernes, 2 de marzo de 2018








Flor de un día.


Nacemos inmortales a la muerte

desnudos, desvalidos a la vida

nacemos y remamos a la orilla

y en dos días entramos en los veinte.


Nacemos de un esfuerzo sobrehumano

y de un leve placer intermitente 

nacemos con dos manos y sin dientes

error que solventamos succionando.


Nacemos y nos vamos adaptando

al rocío, al calor y al relente

a heladas, a la lluvia, a la gente


al timo permanente de los bancos.

Pagamos nuestras deudas trabajando,

nos vamos disecando lentamente.

 

 

 

martes, 5 de septiembre de 2017

Kafka vive en Cataluña. República Ancestral.



Cualquier parecido con la realidad es realidad.
República Ancestral y Kafka.

                                                             República Ancestral.


En la sala de espera se hizo un silencio sepulcral de inmediato. Todos conocían aquella cara y al séquito que la acompañaba. Una enfermera salió a toda prisa para comunicar al jefe de sección la inesperada visita.
- República Ancestral  está en la sala de espera!
El doctor Gómez ni se inmutó. Siguió atendiendo al anciano que respiraba con dificultad, mientras le tranquilizaba pidiéndole que tosiese despacio.
- Considera usted que es más urgente que atender a este paciente, enfermera?
- No lo sé, Doctor, tendrá que valorarlo.
- En cuanto acabe aquí, lo haremos.
El doctor Gómez acabó de tranquilizar al anciano, informó a la enfermera de la medicación adecuada y salió hacia su despacho. Cuando llegó, un grupo de médicos, encabezados por el Doctor Jun y Querás, se arremolinaban en torno a República Ancestral, con gesto de preocupación.
- Qué ocurre, preguntó en tono serio. Están ustedes en la sala de Urgencias y no veo en sus batas nada que haga referencia a este servicio.
- República Ancestral necesita atención preferente, exclamó el doctor Jun y Querás.
- República Ancestral tendrá la atención preferente que yo le asigne una vez que valore la necesidad de la preferencia. Háganse a un lado.
El doctor Gómez observó al paciente que sentado, escribía algo en su teléfono móvil.
- Veamos, qué le ha ocurrido.
- Al tomar un sobre, me corté con el filo del papel, afirmó República Ancestral, con gesto de dolor y dolor.
El doctor Gómez observó la mano que le indicaba el paciente y le costó encontrar el corte en la palma. Allí estaba. Superficial y limpio.
- Bien, es una herida limpia, de apenas medio centímetro que no necesita atención especial; le diré a la enfermera que disponga una cura con mercurio y cromo y una tirita y ya puede usted atender a sus obligaciones.
- De ningún modo, bramó el doctor Jun y Querás, es una decisión muy importante como para que pueda tomarla un médico de urgencias. Reuniré al Consejo del Hospital y tomaremos una decisión acorde a la importancia del paciente.
República Ancestral asintió y el doctor Jun y Querás, acompañado de la doctora Bell de Donne y del doctor Cort i Serra, partieron a toda prisa hacia la dirección en donde ya les esperaba el director del centro, Doctor Puy del Sac.
Los recibió y los escuchó. Al momento entró también el doctor Gómez que defendió la necesidad de que el paciente no ocupara más servicios públicos, tan faltos de medios por esas fechas.
El director Puy del Sac, encontró sólidas las reflexiones del Doctor Gómez y así lo manifestó.
Pero el doctor Jun y Querás, afamado cirujano con problemas en su clínica privada, viendo que se le escapaba una ocasión única de pasar a la posteridad salvando a República Ancestral, bramó señalando a los demás doctores:
- Señor director, los aquí presentes hemos reflexionado mucho sobre el asunto durante los tres minutos que hemos estado juntos mientras subíamos y hemos decidido que República Ancestral necesita atención especializada. Yo mismo me haré cargo del asunto.
El director Puy del Sac, quiso argumentar, pero fue cortado rápidamente y con energía por el doctor Jun y Querás.
- Usted está puesto por nosotros y a nuestro servicio. Este es el momento de decidir si quiere pasar a la posteridad como salvador de República Ancestral o por el contrario quiere ser el funcionario que se alineó con un charnego para desatenderla.
El director Puy del Sac, de ánimo suave y espíritu indulgente con los poderosos, aceptó de buen grado alinearse con el doctor Jun y Querás, aceptando que República Ancestral ingresara en planta a cargo del doctor y sus ayudantes.
El doctor Gómez manifestó su opinión clara y en sentido contrario, pero no pudo hacer más y continuó atendiendo a sus pacientes.
El Consejo de Necesidades Preferentes (en adelante CNP) dirigido por el doctor Jun y Querás, creyó necesario disponer de un motivo sólido para salvar a República Ancestral y cada día emitía un comunicado con el seguimiento realizado.
Primer día después del Ingreso.
“En el día de hoy, el CNP ha realizado visita de rutina a la habitación 45, en donde se halla el paciente República Ancestral, encontrándonos con toda clase de dificultades por parte de fuerzas externas y gobiernos enemigos, a pesar de lo cual, hemos parado el avance en la herida de 2 cm en la mano derecha. Todo va según lo programado y el pronóstico de hoy es reservado”
Segundo día después del ingreso.
“Girada visita al paciente de la habitación 45, la CNP se ha encontrado con un ambiente raro en la habitación, como de mal de ojo, como si alguien quisiera que nuestro paciente no recobrase la salud de la que siempre disfrutó. La herida de 3 cm en la mano derecha, no presenta buen aspecto a pesar de todos los cuidados que este equipo le ha prestado. Esperamos que con el tratamiento que este equipo le ha recetado, recuperemos el buen estado de la mano del paciente”.
Cuarto día después del ingreso.
“Girada visita al paciente de la habitación 45, la CNP le ha encontrado algo nervioso, como febril. Se revisó la herida de 4 cm de la mano derecha, hallándola un tanto negruzca e inflamada, por lo que hemos solicitado a la dirección del hospital más medios para mí y para mis ayudantes a fin de atajar la posible infección. De seguir así la situación, será preciso aislar al enfermo y trasladarlo a otras instalaciones que ofrezcan más seguridad. Continúa el pronóstico reservado. Muy reservado.”
Sexto día después del ingreso.
“Esta CNP, dirigida por mí, el doctor Jun i Querás, ha girado de nuevo visita al paciente República Ancestral, de la habitación 45 hallándolo dormido y con respiración dificultosa. La herida de 6 cm que se aprecia en la mano derecha ha tomado un color violeta, tirando a azul, que tiene que hacérselo mirar. Reunido con mi consejo de asesores, hemos decidido solicitar a la dirección del Hospital el traslado urgente por la vía del artículo 33 a un lugar más adecuado a la historia e importancia de República Ancestral para que no tenga que respirar el mismo aire que el común de los mortales sin historia.”
Después de este comunicado, el doctor Jun i Querás, reunió a su equipo médico habitual y repartió consignas y consejos médicos para una pronta recuperación del paciente:
- Reuniréis a todos vuestros familiares, a todos los amigos, a quienes tengan algo que perder y los citaréis a las puertas del hospital reclamando la inmediata salida del paciente República Ancestral a un lugar en donde tenga los mejores y más adecuados medios; mi clínica privada. Allí, lejos del control del hospital, atajaremos las fiebres y la sociedad nos quedará eternamente agradecida.
- Y si el paciente empeora, se atrevió a susurrar el doctor Cort i Serra? ¿Y si el Consejo del Hospital se opone?
- ¿Duda acaso usted de la causa, doctor?, bramó iracundo el doctor Jun i Querás, con aquella mirada difícil en incontrolable. Si es así dígalo ahora o calle para siempre. No se opondrán. La gente esperará acontecimientos y se alineará con nosotros una vez que vean que hemos salvado a República Ancestral. Contamos con el factor sorpresa y con la indolencia de las gentes, compatriotas nuestros.
El doctor Cort i Serra bajó la vista, sacó su teléfono y comenzó a llamar a todos sus acólitos para que acudiesen a la puerta del hospital.
En unas horas el hospital se llenó de gentes de buena fe, movidas por otras gentes de fe dudosa, solicitando la inmediata salida del paciente República Ancestral del hospital público y su ubicación en el lugar que el reconocido doctor Jun i Querás, con la aprobación de todo su séquito, recomendaba. La algarabía subía de tono mientras el paciente tomaba un tono azul turquesa en su mano derecha. Las gentes, soliviantadas, estaban a punto de subir a la habitación para recuperar al enfermo y trasladarlo, mientras el personal observaba incrédulo sin hacer nada.
Desde el hospital, crónica de los hechos hasta el momento presente. Seguiremos informando, salvo que me ofrezcan algún puesto de portavoz de la CNP.

martes, 23 de mayo de 2017

AD HOC TRINA MIENTO.



A mí me caen bien los catalanes. Son listos como ajos, que decía mi santa abuela.
Hace unos días leía que en Cataluña, en los libros de texto  de los colegios, nombran a España para desacreditarla y las más de las veces ni siquiera la nombran. También leía que se exageran, cuando no se inventan, batallas, reinos y gestas como si se tratara de evangelistas creando una religión. Escribí una frase afortunada en Fisbuk  en los siguientes términos: AD HOC TRINA MIENTO. A pesar de ello, cientos de lectores ( uno, concretamente), no me entendieron. Soy, paciente lector, muy imaginativo y no puedo dejar de imaginarme el modo en que en algunas tierras se acreditan los hechos. Os lo contaré a la par que  explico, sin asomo de duda, qué significa exactamente la frase en cuestión.
Ad Hoc. Es una expresión latina que significa “para esto”.
El trino es el canto del pájaro.
Miento, es eso. No decir la verdad.
Es fácil saber con estas premisas cómo se acreditan hechos en algunos lugares;  “para esto” se toma un pájaro y un prohombre o un conjunto de prohombres o un grupo de funcionarios, prestos a inclinarse y a escribir la verdad condicionada. Hoy día es más fácil encontrarlos  que un pájaro que trine. Porque no vale cualquier pájaro. Ha de ser un pájaro de bello plumaje, un ídolo entre todos los pájaros, un pájaro arco iris, inmarcesible al desaliento cantor. Pongamos un jilguero. Una vez conseguidos se hace trinar, al pájaro, bajo diversos estímulos y se consigue que los prohombres o funcionarios escuchen, también bajo estímulos, la inacabable melodía canora. El prohombre, los prohombres o los probos funcionarios elegidos al “azar” habrán de quedar prendados de las dotes cantoras del jilguero, o del ruiseñor, hasta tal punto que preñados de orgullo patrio, no tengan más remedio que manifestar sin asomo de duda que el ave  trina en catalán. Los prohombres escriben en el libro, los niños leen y se empapan de las bondades de su bella tierra en donde nace trigo sin haberlo sembrado, y emocionados por el detalle que ha tenido el jilguero para con ellos.
 Y me diréis, pero hombre, están los mayores que han de utilizar su responsabilidad para evitar que los niños se crean ciertas cosas. Y una butifarra! Los mayores, que han viajado mucho y seguramente han leído aquel letrero que figuraba en algunos autobuses de una compañía catalana; no hable con el conductor, qué gana,  permanecerán en un suave letargo, esperando acontecimientos y pensando  que  si a los niños no les hace mal creer en Papá Noel, ni en los Reyes Magos, ni en la mona de pascua, porqué habría de afectarles creer en algo que han escrito prohombres inclinados? Por otra parte, para qué esperar a que algún malnacido español declare en alguna revista científica que los jilgueros son unos y trinan y lo hacen en castellano? Hay que adelantarse a los acontecimientos y si hay que fundar una academia de trino catalán, se funda y prou!
Así las cosas, en unos años los niños catalanes se manifestarán como los más felices del mundo, porque viven en un país en donde incluso los pájaros trinan en catalán y si no es así se traduce y se acabó el problema.
Y esto es lo que quería decir con aquella frase de AD HOC TRINA MIENTO. Opino que todas y cada una de las palabras cobran su exacto sentido y son claras y rotundas, salvo por el pequeño detalle de que no están escritas en catalán.

En Orense a tantos de tantos y 30 grados.

                           


jueves, 16 de marzo de 2017

El viaje.


  1. En cuanto el comandante Julián del Águila tomó el micrófono para saludar al pasaje, comprendí que nada malo podría ocurrir en aquel vuelo.
  2.  El día era claro y no se esperaban tormentas. En breve sobrevolaríamos tierras de varias regiones de Europa, para aterrizar, en dos horas y media, en el aeropuerto de München.  La voz del comandante sonaba segura y tranquila.
  3. El avión venció la inercia y en un leve balanceo  se dispuso a alinearse en la pista esperando la orden de salida.
  4. La cara de satisfacción del pasajero del 24 E mudó al instante en cuanto el aparato comenzó a moverse con un ruido preocupante de latas en la puerta más cercana a la cabina. Cesó en su movimiento mientras los pasajeros se miraban unos otros buscando seguridad en sus vecinos. Tres minutos más tarde, unos golpes de martillo en la zona de dónde provenía el ruido no contribuyó a calmar los ánimos; los más optimistas emitían chascarrillos y risas, tal vez para ahogar su preocupación.  El pasajero del 24 E tomó el manual E-30 de “instrucciones para caso de accidente” demostrando la inutilidad de los aspavientos de la azafata señalando las puertas de salida, minutos antes. El silencio del interior del aparato se convirtió en un murmullo de preocupación cuando a causa de los martillazos, o tal vez por una de esas casualidades impropias de la casualidad, una portezuela donde se guardaban los equipajes se abrió arrastrando un jersey negro cuya manga negra quedó colgando como un crespón intimidatorio. La pasajera del 24F buscó algo en su bolso y extrajo un rosario, negro, que no ayudó a tranquilizar a su vecino de asiento.
  5. Una voz ronca, sonó al fondo del interior del aparato: “que nadie se preocupe, aún no estamos en el aire y no tenemos por qué estar. Nos levantamos y salimos.”  Un murmullo de aprobación recorrió el interior y alguno de los más decididos se levantaron de sus asientos con la intención  de recoger sus equipajes de mano. Una azafata salió a la carrera hacia la cabina. La  voz modulada del comandante del Águila, sonó de nuevo segura:  Señores  pasajeros, les habla el comandante. Les ruego ocupen sus asientos, nuestras azafatas les servirán un refrigerio por gentileza de la compañía en tanto nuestros técnicos revisan el aparato. En cuanto disponga de más noticias, les serán comunicadas a la mayor brevedad.” Repitió el mensaje en varios idiomas más y todos advirtieron la cara de alivio de la alemana del asiento 16E.
  6. Los ánimos se calmaron ligeramente y los pasajeros que se habían levantado volvieron a sus asientos mirando con preocupación por la ventanilla del ala de donde provenían los ruidos.
  7. Abajo dos operarios maniobraban con una escalera móvil que estaban retirando en ese instante. El gracioso del asiento 26 A buscó en su móvil música y en el silencio del momento se pasearon de proa a popa  las notas del  réquiem de Mozart que nadie identificó, afortunadamente.
  8. Eso, eso, un poco de música para animarnos, se atrevió el pasajero del 15B.
  9. -          No seás pelotudo, quitá eso, se oyó la voz cantarina del pasajero del sombrero y acento argentino.
  10. -          Aún no estamos muertos, boludo, terció.
  11. El gracioso del 26A bajó el volumen, mientras la azafata retiraba la manga negra que balanceaba en lo alto cerrando  la portezuela con un movimiento enérgico. El capitán del Águila tomó de nuevo la palabra para intentar tranquilizar..
  12. -          Señores pasajeros, les habla de nuevo el comandante; nuestros operarios han detectado el fallo y lo han solucionado en tiempo record. Ocupen sus asientos, abróchense los cinturones, en breves momentos iniciaremos el despegue.
  13. Los pasajeros se miraron unos a otros dudando de la palabra del comandante. Malditos tiempos estos en que ninguna palabra te da tranquilidad.
  14. Entre las gracietas del pasajero del 26A , el vuelo AEFB325 tomó altura suavemente mientras se oían nítidos los rezos de la pasajera del 24F, pidiendo a dios que no la dejase morir sin haber conocido a su nieto. La azafata, atenta, le preguntó la edad del niño. Ella respondió que su hijo aún no se había casado, pero el Señor sería generoso.
  15. Dos horas más tarde, el vuelo tendría que aterrizar en Munchen.  La preocupación de los viajeros oscilaba entre el aterrizaje y la recogida de las maletas.
  16. Pero esa ya es otra historia.
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  18.  


                                                                                 


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