lunes, 14 de octubre de 2019

La sentencia.




La sentencia.


Mi niño, (aquel a quien prometí que las zapatillas que le regalé correrían a 50 km /hora, al menos) ha crecido.
Ahora, además de ser un profesor respetado, hace deporte. Varios deportes.
Hace unos meses, mientras practicaba bicicleta, en un semáforo, un coche giró intempestivamente a la derecha y dio con los huesos del chaval en tierra, dislocándose un hombro y produciéndose otras heridas, sobre todo en el orgullo....
Yo siempre creí que podría ir por donde iba, mi señora siempre creyó que podría ir por donde iba, toda mi familia y todos mis amigos creyeron que podría ir por donde iba, la testigo del tercer coche que declaró en el juicio, afirmó que el chaval discurría por su sitio, con prudencia y que ella NO vio intermitente alguno en el coche que dio con él en tierra.

Se celebró el juicio, como suponéis y la autoridad que levantó atestado afirmó a pesar de todo ,que no podía pasar por donde lo hizo.
Aún no ha salido la sentencia pero el abogado nos ha dicho que vista la firmeza de la autoridad, nos preparemos a pagar los desperfectos que el hombro del chaval causó en la chapa del BMW.
Y uno, que es terco pero con inteligencia práctica, comprende que podía estar obnubilado por el amor paternal y se presta a aceptar la sentencia y a pagar si así lo decide la señorta juez que ha visto la causa.
Y es que, señoras y señores, independentistas o no, dura lex, sed lex.
En Orense a tantos de tantos, día de la sentencia.

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