Flor de un día.
Nacemos inmortales a la muerte
desnudos, desvalidos a la vida
nacemos y remamos a la orilla
y en dos días entramos en los veinte.
Nacemos de un esfuerzo sobrehumano
y de un leve placer intermitente
nacemos con dos manos y sin dientes
error que solventamos succionando.
Nacemos y nos vamos adaptando
al rocío, al calor y al relente
a heladas, a la lluvia, a la gente
al timo permanente de los bancos.
Pagamos nuestras deudas trabajando,
nos vamos disecando lentamente.
Después de algunos momentos de placer poético he llegado a su último verso y no he tenido más remedio que mirarme en el espejo. Y tengo que reconocer que ese "disecarse lentamente" ya deja algunos signos indiscutibles en mi ya de por sí poco agraciada anatomía.
ResponderEliminarAlgún humorista filósofo decía que el tiempo nos va transformando en nuestra propia caricatura.
Yo no le veo la gracia. ¡Carajo!
Al menos hoy.
Un cordial saludo.
Es caralludamente buena :)´
ResponderEliminarGracias, Deicar!
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