Mi amigo es una persona optimista, vitalista diría yo, que aún ve la vida desde los ojos de un niño y que absorbe cuanto puede con la misma ilusión de los quince años. Acude a clases de cocina, a bailes de salón, asiste a cuantos eventos se producen en su pequeña ciudad y sorbe con fruición las delicias del mundo. Incluso se ha agenciado un blog. Le gusta viajar, que no pacer como oveja encarrilada por los santuarios del mundo. Cómodamente, despacio, charlando con la gente, haciéndose entender ya sea por señas.
Es deportista, aunque hace tiempo que ejerce menos. La edad no es buena consejera.
Además de todo eso, mi amigo es un padrazo. Ni un solo día dejó de llevar a sus niños a clases, a actividades extraescolares, acompañándoles en todos sus desplazamientos cuando así lo r equería la competición. Cada fin de semana madrugaba para contemplar sus entrenamientos cuando no era él mismo quien los dirigía.
Noto a mi amigo triste de un tiempo a esta parte. Hace unos días, con la ayuda de un excelente Carraovejas, me confesaba sus temores. Tenía dos hijos que siempre habían conseguido brillar, ya sea en sus estudios, ya en su vida deportiva y social. Siempre habían sido pioneros en todo y habían acabado brillantemente sus carreras.
Pero mi amigo, cada vez más a menudo, se acordaba de Herman Hesse, cuando describía en su libro las peripecias del seminarista que mientras prometía ascender en la sociedad, era alentado, animado y apoyado por todo el pueblo, para abandonarlo a su suerte cuando las expectativas se difuminaron.
Con los ojos brillando, a punto de desbordarse la presa, me comentaba que cuatro años después de acabados los estudios su hijo mayor, con matrícula de honor mediante, veía como otros menos preparados que él iban ocupando puestos en la sociedad, por méritos unos, por amistad otros, mientras él, su hijo, su vida, aquel que jamás le había dado un disgusto, se dedicaba nueve horas al día ininterrumpidamente desde hacía cuatro años, a memorizar leyes y artículos para merecer un día ser admitido en la sociedad. Ahora, acordándose de Herman Hesse, comenzaba a dudar de si no estaría entrando Bajo la rueda. Y eso le descorazonaba. Le descorazonaba que todos aquellos que alentaban y jaleaban, como en la novela, ahora le vuelvan la espalda. Estado, Xunta, amigos, profesores; me confesó que a veces se arrepentía de haber sido tan independiente. Podría haber adulado, servido, servirse, y no lo hizo.
Mi amigo, ya con lágrimas en los ojos, se juramentó para que eso no ocurriese, su hijo no caería bajo la rueda. Pero la duda ya se había instalado en su alma.
jueves, 24 de junio de 2010
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Cesar...
ResponderEliminar¡Bravo amigo¡ Has escrito lo que muchos sabemos y no todos se atraven a contarle de la manera que tú lo has hecho. Con brillantez y llamando a las cosas por su nombre. ¿para que? se preguntaba tú amigo, y no le faltaba razón. No triunfan los mejores, sino los más espabilados. Porca miseria de sociedad.
Un fuerte abrazo
Tenía mucha razón al tener esas dudas tu amigo y Hermann Hesse lo describíó en su libro, que hace muchos años leí. Hagas lo que hagas, en esta sociedad siempre contará más, ser amigo de..parecer qué.. brillar como... y conocer a ...en vez de trabajar, saber a fondo, ser anónimo pero erudito... ser constante, ser bueno..
ResponderEliminarLa vida es lo que es y si quieres triunfar en la sociedad, aplícate al cuento...pero si quieres ser coherente contigo mismo, no lo hagas.
Brillante exposición. Exquisita descripción.
Besos!!
El mundo es de los osados...hay que ser vivillo desde chiquillo....ayer no vine a la visita de los miercoles...andaba muy ocupada preparando el asado del domingo...hay que ver jugar a México como Dios manda....carne asada, cervezas, botanas, vino tinto, mucha pasión, esperanza, e ilusiones...esta invitado no necesita traer nada solo su presencia y muchas ganas de gritar ¡VAMOS MEXICOOOOOOOO!!!!!!
ResponderEliminarCesar te dejo besos con cariño
PD.Te espero el domingo no se te olvide.
Pues así es...así de cruel, no se mide valía o esfuerzo, sino mil cosas más que a veces por desgracia priman sobre esa valía y esfuerzo...
ResponderEliminarA pesar de la amargura que da ver a un hijo en una situación así, siempre soy de las que digo, que el tiempo pone todo en su lugar, solo que hace falta muuuuuucha paciencia...
Besos desde el abismo
Por desgracia así es está sociedad. A veces cuanto más preparados estamos más obstáculos tenemos y sin definir más allá del pueril stattus.
ResponderEliminarEn fin un fuerte abrazo para tu amigo, que ha sido es un gran padre.
Néctares
Esta historia me resulta familiar pero no en el tema estudios sino en el tema deporte.Ánimo a tu amigo.
ResponderEliminarCésar no está equivocado tu amigo ni su hijo, ahora queda procurar estar en el lugar adecuado en el momento oportuno, los arribistas llegarán un escalón más arriba, pero necesitan de los que piensan y tienen los conocimientos.
ResponderEliminarHay que tener la suficiente presencia para dejar claro desde el principio con que pueden contar desde la parte de uno y en que valores no se claudica.
Hay de todo, abundan las falsas apariencias y otras cosillas...
Que tengas una buena semana.
Un abrazo
Los hijos nos duelen más allá de toda moral, de toda ética. Lo cierto es que los hijos nos duelen tanto que llegan a ser nuestra ética y también nuestra moral, y sin quizá también nuestra razón. Por ellos estamos dispuestos a pasar por los aros que jamás habríamos pasado, para tomar aquello de lo que jamás hubiésemos dispuesto. Por ellos seríamos sin pestañear los miserables que nunca fuimos, por ellos, digo, no por nosotros. Esa es la cuestión, es sencillo ser por otros, por la sencilla razón de que por más que lo deseemos e intentemos jamás vamos a ser ellos.
ResponderEliminarPodemos y debemos ser por los hijos todo, todo menos ellos, y esa es una ley que trasciende toda norma educativa, que enraíza en la esencia misma de nuestra naturaleza. De ahí la importancia de respetarla, de cultivarla, de alentarla por encima y también por debajo del desaliento y hasta de la estúpida alegría a que nos abocan las reglas sociales.
La sociedad, amigo, nos hace actos para su consumo, no somos para ella ni buenos ni malos sino útiles.
En saber situarse entre “Demian” y “Siddhartha”, por ahí debe andar el juego, transgredir la regla y respetar la sabiduría. Descreer sin ingenuidad de lo que nos viene impuesto, de los que nos forma sin idea ni conciencia de forma, y creer más allá de la ingenuidad en todo aquello que nos conforma.
Bajo las ruedas no caminan quienes actúan sino quienes los juzgan.
Digo, quiero decir, que la esclavitud se gana en duras jornadas de nueve horas, es cierto, pero no debemos olvidar que de la alienación sólo nos salva la constante vigilia en defensa de la singularidad que nos distingue.
En qué nos queremos distinguir…
Reciba un fraternal abrazo.
Cierto es que no siempre los que ocupan puestos de alto rango son lo que mejores conocimientos tienen. Pero, ese hijo vivió los mejores años de su vida en la compañía y el amor de un gran hombre, en definitiva eso es lo que cuenta. Nosotros decidimos si queremos estar "bajo la rueda"...lo que cuenta es la felicidad interior.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo silencioso envuelto en aromas de alegría,
Naia
GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL.........
ResponderEliminarBesos
Yo a mi hijo, nunca le he aleccionado de nada, solo, ahí estaba mi ejemplo ... él lo podía tener en cuenta , o no. Yo solo le quería. Ahora, bien, el resultado no es muy bueno. Mi hijo es casi tan desastre como yo.
ResponderEliminarHoy es miercoles pase a dejar saludos...como va la mina?como esta la señora?Epero que este contento con el unico gol de España...Tengo a puesta para que el campeonato se lo lleve España o Brasil...no tengo ganas de pagar lo que aposte...jejeje...asi que de verdad rezo para que se lo lleve España o Brasil.
ResponderEliminarTe dejo besos con cariño
Una sociedad que no aprecia el esfuerzo, el interes, la inteligencia, la voluntad, el saber, la constancia, la decencia, la honradez... ¿merece la pena?
ResponderEliminarSe vive en ella, pero no con ella ni para ella.
Aquel que dijo que más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida...
ResponderEliminarD. César,según voy conociéndole más contento me siento de tener una buen amigo, honrado, humilde, cargado de humor, generosidad y brillante hasta enceguecer.
ResponderEliminarEs usted un sabio y un ejemplo, querido.
Mire usted D, César si que salio vivillo desde chiquillo... querer cobrar la apuesta...uhmmm....
ResponderEliminarLe dejo besos