Ha de haber mucho de estupidez humana en el hecho de que algo sea bueno porque se llama de una determinada manera y en cuanto se descubre que su nombre es otro, se denosta y pierde todo su valor. Pasa en el arte y pasa en la enología, pero no pasa en las ciencias exactas, en donde la subjetividad pierde toda su fuerza en favor de la objetividad..Bien es cierto que las sensaciones no tienen precio, pero insisto...si son buenas sensaciones, han de serlo llámense como se llamen.
Y viene esto a cuento (lo aclaro para los cientos de personas que sé que me siguen...(je)) porque ayer mismo leía un artículo en el que se ponía de manifiesto que en Australia se ha descubierto que lo que ellos creían Albariño, realmente no lo era, sino otro casta de uva llamada Savagnin..y por ello van a perder el mercado que tenían (se supone que merecidamente) ganado.
Esto me recuerda que hace unos años, no recuerdo en qué museo, se exponía como de un pintor reconocido un cuadro con la consiguiente orna y boato...hasta que a alguién le dió por decir que no era del tal pintor, sino de alguno de sus discípulos...y adios orna, boato, valor y zarandajas..
Y yo me pregunto, mercadotecnia aparte....¿no es el mismo cuadro que antes nos inspiraba melodías celestiales..?
Cada uno que extraiga sus propias moralejas. Y si me las cuenta, seremos dos a saberlas.
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