Mi amiga E nos invitó a almorzar
en Vilagarcía. E, es una de las pocas personas que conozco que consigue
mantenerse al margen de “lo establecido”. Abandonó, dando un portazo, la
medicina convencional para dedicarse a la medicina alternativa y ha llegado a
ser una especie de psicóloga defensora de la medicina natural y de las causas
perdidas.
Pero no es de E, de quien quiero
escribir, sino de algo que sucedió mientras ambas, mi señora y E, amigas de la
infancia, se saludaban y hablaban de sus cosas en la cocina y aguardábamos por
dos comensales más, Xullio y María, hombre y
mujer de teatro.
Entré en el salón, repleto de
libros de medicina, de naturopatía, de poesía, de pequeñas colecciones de escritores
gallegos, Rosalía, Castelao, Valle Inclán, y entre ellos, formando parte de una
colección de libritos de color verde, lo descubrí. El título fue lo que llamó
mi atención: VILLARDEVOS. Jamás
había oído hablar del escritor, Silvio Santiago, pero con ese título tenía que
hojearlo. No en vano mis ascendientes proceden de A Veiga da Meá, Vilardevós.
Ellas estaban enfrascadas en plena conversación, por lo que no solicité el pertinente permiso y
extraje el librito del armario.
El preámbulo me atrajo enseguida;
contaba Silvio Santiago que su hijita, nacida en Venezuela, en donde él había
recalado huyendo de la convulsa España, le preguntaba a menudo qué era él.
Todas sus amiguitas, de familias importantes, tenían padres importantes y ella
quería saber qué era él. No sabía que contestarle, porque durante su vida había
tenido que dedicarse a numerosos quehaceres.
Un día volvió la niña del colegio y le confesó;
- Papá, he dicho que eras escritor, como
siempre estás escribiendo. He hecho bien? Silvio Santiago asintió y en ese
momento, dice, se prometió a sí mismo no dejar a su hija por mentirosa y se
propuso escribir ese libro: Villardevós.
Sostiene el escritor Eloy Luis André, que Vilardevós quiere
decir Vilar dos Bos homes. En cambio Jesús Taboada mantiene que significa Vilar
de Abós. En cualquiera de los casos, es villa de hombres muy principales.
He de confesar que disfruté con
su lectura reconociendo leyendas y hechos que había oído en mi infancia. Una de
ellas, la de la Cruz que mencioné en uno de mis post
Silvio Santiago reconoce estar
emparentado con los Romero Cerdeiriña de Riós, y el único reproche que se le
puede imputar a su libro es que en él no menciona, aunque se intuye, los soutos
de Marcelín.
Mientras leía el prólogo, se
presentaron los invitados y disfrutamos todos de una sobremesa distendida y
amena.
Al volver de mi tercer Camino, os
daré cuentas de él, aunque os importe un rábano.
De Santiago a Finisterre. Cinco
días y vuelvo.
En Orense ya, a tantos de tantos.
Es estupendo descubrir cositas y saborear una buena comida en mejor compañía
ResponderEliminarUn beso caballero
Se dice que los libros nos escogen... D Cesar que tenga una maravillosa semana y que siga disfrutando de esas maravillosas reuniones, cuando bebo una copa de vino tinto en silencio brindo por usted, cuidece
ResponderEliminarVuestros comentarios son para mí como una cerveza bien fresquita después de una dura etapa.
ResponderEliminarLamento haber perdido alguno por mi poca habilidad con los aparatos digitales, poco adaptados a algunos dedos. Lo he borrado en lugar de publicarlo.
Te decía, César, lo sorprendentemente grato que resulta descubrir las cualidades humanas que te acompañan. Pero con otras palabras que ahora soy incapaz de repetir. Hay en ello algo contagioso que sospecho le hace a uno mejor y que me permito identificar con una forma de ser gallego que me resulta familiar.
ResponderEliminarNo salí este verano por motivos académicos y he aprovechado para recuperar de la memoria materias que había olvidado que tenía olvidadas.
Espero que pronto compartas con nosotros algo de ese camino tuyo.
Un saludo cordial.
paso agradecer que se tome su tiempo para pasar por mi blog...Le dejo saludos
ResponderEliminarlos libros, Cesar, que desde los estantes nos reclaman. Vila de bos hombres, qué chulo.
ResponderEliminarsaludos blogueros
Andaba por casa ese libro hace unos años, lo leí con interés. Como todos los libros desaparecidos sospecho que forma parte de la biblioteca de mi hermano. Vilardevós estaba en la otra ladera y nunca había ido por allí, lo visité. Fui andando por la carretera que pasa por Progo que se acabará comiendo la maleza si las autoridades no lo impiden. Un saludo
ResponderEliminarLe felicito también por su estupenda crónica de camino a Finisterre.
No hace mucho que atravesé ese pueblo, Progo, y recuerdo haber pensado; " si tengo aquí un accidente, nadie sabrá de mí". Pasé también por Marcelín que muy pronto se apoderará de Riós, en busca de mis raíces de Moimenta.
ResponderEliminarGracias por su visita.
Bien se le puede perdonar Cesar al esforzado Silvio Santiago que obviase la evidencia, al no hacer referencia a los soutos de Marcelín, pues de todos es sabido que la inmensa luminaria de sus sombras se extiende hasta más allá de la raya seca. Sin demerito de esas otras que a ella se unen en tan largo camino, dando sombra y sosiego a pueblos y hombres, también a los de Villardevós vivero de prohombres y hombres probos amén de maestros en el arte de cultivar la tierra.
ResponderEliminarLo cierto es que es la primera noticia que tengo del escritor, también de su grado de consanguinidad con la rama Romero Cerdeiriña, hábiles en los manejos de la merca ambulante y pioneros en la ruta comercial de las Portillas. No así del libro, que tal vez me equivoque, creo que tuve el placer de leer hace muchos años en casa de mis abuelos, los diestros en dilatar la tierra e injertar castaños.
Mi hermano confirma, comentario arriba lo dicho en relación con el libro.
Tu amiga E, llena de curiosidad mi ánimo necesitado de consejo y remedios.
Recibe un fraternal abrazo.
Mi más cordial bienvenida. Por un momento pensé que te hubieras embarcado para las Américas. Me alegra saber que todo forma parte del normal discurrir de la vida; siempre que ésta tenga algo de normal. Mi amiga E, es un linimento, una sosegada compañía, una mujer libre de toda ambición y por ello no consigue llevarse bien con lo cotidiano; su pensamiento se eleva por encima de lo mundano y en múltiples ocasiones le hemos aconsejado que tiene que echar pie a tierra y dejarse dominar como todos hemos hecho alguna vez. Ella insiste en luchar contra los convencionalismos y contra lo establecido. Y en ello está.
EliminarY no es persona de difícil trato.
Aunque dicen que la inteligencia consiste en adaptarse..
Otro fraternal abrazo para tí.