Para consolarme del inexorable paso del tiempo, mi esposa me ha sorprendido la semana pasada con un "finde" en una paradisíaca isla Atlántica. Es una de esas islas que ha ido perdiendo el antiguo glamour a medida que se fue masificando, pero que está dotada de tal belleza que por mucho que lo intentan no consiguen ajarla.
No es mi intención limaros los dientes ensalzando las bondades del hotel, del circuito de agua ni de la sorpresa final que me tenía reservada mi esposa, en forma de masaje ejecutado por una profesional (del masaje), sino mostraros los encantos de Galicia y que podamos contar con vosotros y vuestros euros; si podéis que no sea en agosto.
Galicia os recompensará con virtudes que no se pueden pagar con dinero.
Capilla de la Isla.
La Isla es hermosa, pero mi opinión sobre la capilla no es del mismo tenor; antes bien pienso que es" la capilla más hortera de España entera." Tal vez sea eso lo que la hace tan visitada.
El Hotel ha tenido la deferencia de invitarnos por la noche a una copa de cava en el Casino y no desaprovechamos la ocasión para jugarnos un montón de dinero en las máquinas: exactamente diez euros.
El ambiente del Casino no es el que me imaginaba: señores en traje y damas de tiros largos, sino de jovenzuelos desaliñados con capucha y algunos en chándal que se jugaban el dinero apostando ,y perdiendo,compulsivamente a la ruleta.
El Gran Hotel.
El Hotel que nos acogió, no fue el Gran Hotel, es moderno y funcional. Dispone de Spa y las habitaciones son amplias y cómodas, con excelentes vistas a la Ría. El buffet completo y el servicio amable, sin excesos.
La mañana del domingo la pasamos en la Illa de Arousa. Teníamos la intención de comer en un lugar llamado Punta Cabalo, un faro en desuso que fue aprovechado para Restaurante y desde el que se tiene una vista completa de la Ría de Arousa. No podíamos pasar por la playa de la Lanzada sin pisar su fina arena aprovechando la bajura de la marea.
Playa de La Lanzada con visitantes inesperados.
Faro y Restaurante Punta Cabalo.
Vistas desde el Faro.
Finalmente el Restaurante estaba cerrado y aprovechamos para bordear la isla en un plácido paseo que nos llevó desde el puerto hasta las múltiples calas que se pueden disfrutar a lo largo de la misma.
Puerto de la Illa de Arousa.
Existen en Villagarcía y por lo visto también en la Illa, antiguas construcciones de Indianos, emigrantes españoles que habiendo hecho fortuna en países del nuevo Mundo retornaban para disfrutar de ella en sus lugares de origen. Ignoro si esta lo es, pero tiene todos los atributos a la vista de la palmera del fondo,distintivo de aquellas construcciones, homenaje a los lugares que les habían acogido.
Una vez que no pudimos almorzar en el lugar que habíamos elegido y abarrotado el restaurante del puerto, lo hicimos en uno de playa,poco íntimo y de recuerdo menor.
Un bonito fin de semana y en agradable compañía.
En Orense a tantos de tantos.