viernes, 25 de noviembre de 2016

Yo escribí en el blog de Juan Tallón!



  1. (Esto escribí en contestación a un artículo suyo titulado: "Escritor, destrúyelo todo."
  2. No se debe destruir nada. Nunca se sabe qué puedes encontrarte en el libro menos pensado. Siga leyendo, puede ser de su interés.
    Esta misma mañana, rebuscando en un archivo diocesano nombres de ascendientes, un nombre me llevó a otro y éste al de más allá. Un anciano que estaba detrás de mí y me oyó pronunciar el nombre del personaje que buscaba (un egregio filósofo, al que intentaba entroncar con mi abuelo) me indicó en dónde debería buscar ese apellido; provenía, dijo, de tal pueblo, a la derecha de Vilardevós, subiendo. Imagine a un jugador de quinielas, que con trece aciertos en la mano, espera, pegado al transistor, el resultado de la casilla catorce; así pasaba yo las hojas de aquel legajo, a punto de deshacerse como la ceniza de un puro. Casi temblando dí con la relación que buscaba. Había coincidencia en el padre y en la madre. Incluso los padrinos de bautizo del filósofo y de mi abuelo eran los mismos!
    Atienda, que ahora viene lo interesante.
    Me levanté para hacer partícipe al anciano de mi descubrimiento e imagine mi sorpresa cuando a la vista del nombre del padrino apostilla sin inmutarse: este nombre sale en el libro de Silvio Santiago. Pásmese!
    Ese libro, Vilardevós se titula, y que seguramente usted conoce, aunque espero que no, para que tenga algún sentido toda esta verborrea, lo agencié yo al descuido en la librería de una amiga de Santiago, quien finalmente optó por la donación. No era El Capital, no era Los hermanos Karamazov; era Vilardevós!
    Mi sorpresa fue doble; que conociese el libro y que recordara el nombre de alguien sin nombre. Me levanté disimulando mi excitación, me despedí del anciano cortésmente, le pregunté su nombre, Ramón, y me dirigí a casa en busca del librito verde temiendo no encontrarlo. Allí estaba. Busqué el nombre en cuestión y efectivamente, se trataba de un castellano de carácter fuerte que no merece más espacio. Sí lo merece en cambio lo que descubrí y que espero sirva para que usted me perdone este manifiesto abusivo; hay un capítulo entero en el libro dedicado a Juan Tallón!
    Se trata seguramente de un antepasado suyo. Por dios, que así sea o no me perdonaría jamás esta temeridad. La verdad es que el capítulo, en sus manos se convertiría seguramente en una gran novela. Su “antepasado” tiene carácter y determinación.
    Si por algún motivo, no se me ocurre cual, no sabe del libro, con sumo placer le hago llegar el capítulo de la manera habitual en estos tiempos.
    Mil perdones.


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