martes, 17 de septiembre de 2013

Genio o idiota.






                                              
                     “La Comisión me ha declarado oficialmente idiota. Ya soy un idiota oficial.”
      
Es curioso.  Ahorras en tabaco y en bebidas espirituosas para de cuando en cuando disfrutar de un viaje, aún a sabiendas de que será cansado, estresante y abotargado. Contemplas auténticas maravillas del arte, monumentos de duro graníto tiznado por el tiempo y el agua, hermosos parajes, afamados y azules ríos tirando a marrones, admiras el más hermoso parlamento del mundo, el más  hermoso palacio de ópera, lugares en donde otrora descansaron afamados escritores, barrios por donde transcurrió la adolescencia tardía de éste o aquel genio, museos, torres, castillos, catedrales en donde coronaron a invencibles emperadores, puentes que acogieron a ángeles en busca de cuerpos despeñados  y te sorprendes con la más bella cafetería del mundo, te llenas, en fin, de imágenes que más tarde danzarán en tu  consciente sin orden, aleatoriamente, sin concierto, confundiendo los puentes en donde despeñaron  a invencibles emperadores con catedrales en donde los ángeles salen al encuentro de almas coronadas o confundes  azules ríos anchurosos  con marrones pantanos, en un desorden exquisito.


Pero siempre hay algo en particular que permanece en tu consciente, como un premio inesperado, como un extra impagable que no esperabas admirar. 
Fue en una callejuela, en medio de un afamado Balneario donde se encontraba la sencilla estatua de un hombre sencillo, de un personaje entre la genialidad y la más absoluta idiotez. Un personaje arrastrado a su pesar a la guerra  que intenta evitar con actos que le impelen inevitablemente a ella. Una estatua que me alegró la mañana y que tiñó el viaje de un color especial por lo inesperado; era el soldado Svejk.  El buen soldado Svejk.
Si yo fuese escritor, es el libro que me hubiera gustado escribir. El buen soldado Svejk es la antítesis de la gallardía, de la presunción. Es un hombre humilde que abochorna con la sencillez de sus razonamientos. Un filósofo de lo cotidiano, un imbécil genial.
El libro está escrito por el periodista y soldado Jaroslav Hasek y  es un  puro sarcasmo, una letanía de situaciones cómicas, con el trasfondo del horror de la guerra y un interminable viaje hacia lo absurdo.
La muerte de Hasek impidió al buen soldado Svejk entrar en combate y a mí me da el pálpito que el escritor demoró su obra ( escribió tres libros antes de fallecer, cuando su intención era contar “las maravillosas aventuras del buen soldado Svejk en la Guerra Mundial” en cuatro) hasta encontrar la muerte para evitar el disgusto al buen soldado.


                “ La comisón me ha declarado oficialmente idiota, ya soy un idiota oficial” (Svejk)

En Orense a tantos de tantos.

                                            

11 comentarios:

  1. sí. sí, sí, el soldado Svejk y Hasek, Hasek y Svejk, son muy grandes en su aparente poquedad y lo has contado muy bien.
    Gracias por tan bien recordármelos.
    saludos blogueros

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  2. Hola Cesar! me gustó esta reseña, no conocía este autor, me lo anoto.
    Y otra cosa tú sí que tienes alma de escritor.Ya sabes que me gusta mucho como escribes.
    Un abrazo!

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    1. Gracias a tí también María Adela; lo que hago no es escribir, es gastar la teclas y un divertimento jubiloso para mi ánimo.

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  3. Recorriendo sus letras, me fui a la Wiki pq la vdd no sabia nada de este checo...Gracias!!!

    Besos :)

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    1. Sra Ballesteros, se reirá con él y con las sencillas pero certeras réplicas del soldado.

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  4. Me gustó el título del Blog, y el contenido no me ha defraudado.

    Volveré... Como dijo McArthur.

    FugisaluDos de un nuevo seguidor.

    (P.S. Queda usted invitado a mi Desván)

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    1. Cuando nadie nos vea, apareceré por el desván seguro.

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  5. La sublimación de la sencillez es propia de almas sublimes.
    Nada hay César más sencillo que la idiotez, ni nada más idiota que desdeñarla.
    Magnífica reflexión.
    Recibe un fraternal abrazo.

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    1. La sencillez también suele ser atributo de las almas excelsas. Un contrasentido que adquiere firmeza en el caso del bobalicón Svejk quien con sus asertos claros y concisos acalla a capitanes y generales.
      Acertada reflexión la tuya. La idiotez nos pertenece un poco a todos.
      Saludos cordiales.

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  6. Como siempre, un placer leerte...
    Un saludo
    Ram

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