viernes, 12 de abril de 2013

El fontanero que medía 1,95





                 
   

No neguemos la evidencia, a todos nos ha pasado.
Justo al salir de la cafetería, doscientos metros más adelante unas ligeras punzadas en el bajo vientre te ponen sobre aviso. Ya es tarde para volver atrás, en cualquier momento, en cualquier rincón de aquel jardincillo habrá unos aseos. Pero nunca hay aseos en los jardines. Continúas con la esperanza de encontrar otra cafetería, pero resulta que a pesar de que hay más cafeterías que sinvergüenzas, en ese trayecto que necesitas no hay ninguna. Y sigues, cada vez más acuciado. Te entran ganas de marcar territorio contra aquel abeto de la izquierda, pero no eres un perro, aunque empiezas a sufrir como tal. A quinientos metros divisas tu salvación en forma de luz de neón. Cafetería. Aceleras el paso pero es peor. Las sacudidas son mayores y para evitarlas acortas y aceleras el paso hasta parecer que vas entrenando para marcha atlética. Y por fin entras en la cafetería, tranquilo, disimulando, la cabeza alta como si tuvieses todo el tiempo del mundo y fueses el marido de la Duquesa. Pides un café mientras  te sitúas en el lugar. El camarero te adivina y viene en tu ayuda; al fondo a la derecha. Suspiras aliviado sin saber que ahí empiezan tus males. Sales hacia el fondo a la derecha, digno, tranquilo. Siempre hay dos puertas. En cada una de ellas un símbolo que te dirigirá hacia el lugar que te corresponde según seas macho o hembra. Por cierto que si pone M y H, a donde debo ir a M de macho o a M de mujer?   H de hembra o a H de hombre?

Te darías con un canto en los dientes si apareciese ese símbolo. Pero no, en la puerta, para mayor gloria y jarana del propietario, aparecen estos otros símbolos
                                                   
                


O quizás estos.


   








O estos  otros.


   
       








Con lo fácil que hubiera sido colocar algo claro y definitivo como esto;



   









Al límite de tu resistencia y comprendiendo que no tienes tiempo para disquisiciones, enfilas la primera puerta a la derecha y respiras aliviado al ver el urinario. Taza y urinario, seguridad de funcionario.
Te arrimas con cara de satisfacción , el embalse a punto de desbordar y maldices por lo bajo tu mala suerte. El urinario te da por el ombligo! Tienes que ponerte de puntillas para acertar sin mojar el suelo. Y te acuerdas de la madre del fontanero y de su fornido padre. En lugar de usar un metro, se pegó literalmente a la pared y señaló con tiza justo por donde le salió de allí. Y ese lugar debía estar alto. No puedes volver atrás, el proceso está inevitablemente en marcha, por lo que te elevas sobre tus pies, cual bailarina sin lago y descargas aliviado todo el peso del tiempo en un chorro de oro espumoso que va a parar al borde de la tacita, salpicándote los zapatos. Pero no te importa, con los ojos cerrados, de puntillas, saboreas la sensación de alivio como si te estuviesen aplicando un masaje gratificante en la espalda donde se ha ido ubicar la hernia discal.

Y sales con tal sonrisa de satisfacción que te impide ver que además de los zapatos también te has mojado la pernera del pantalón. Y te acercas al mostrador, tapando con él tu torpeza, mientras lentamente, con fruición saboreas el café que has pedido por compromiso. Y cautivo y amarrado aquello y evacuado el líquido dorado, has conseguido a duras penas tu objetivo final, la guerra ha terminado.

No me lo neguéis, a todos os ha pasado.


En Orense a tantos de tantos.



14 comentarios:

  1. Relato magistral....
    Por cierto, a mí me vale el parque...
    Mi Santa todavía recuerda con bochorno cuando una pareja de la Guardia Civil, con ganas de tocar las pelotas a los tranquilos ocupantes de un coche matrícula VI, me pidieron los papeles.
    Me puse a mear al lado mientras me miraban el carnet y la documentación....
    Le dí la mano cuando me devolvíó todo....

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  2. Supongo que como chicarrón del norte aseado que eres, te habrás limpiado antes las manos al pantalón...

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  3. A mí mi madre me enseñó pocas cosas, pero bien útiles....
    No me tuvo que enseñar a limpiarme. Me enseñó a no mancharme...
    No sé si he contestado a tu pregunta....

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    1. Es que las madres son unicas para enseñarnos bien!
      Que sera de nosotros cuando nos falten ellas y el sentido drl humor...!

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  4. Una entrada magistral como dice Kikas, creo que esas fotos son muy decentes debería de ver las que he visto en las puertas de algunos antros....Mi amigo que tenga un excelente inicio de semana

    Besos

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  5. Es usted muy condescendiente conmigo, Sra Ballesteros. De todos modos he querido fotografiar lo equívoco, no lo morboso..
    Feliz semana también para usted.

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  6. Los españoles hemos crecido por encima de la media, en estatura, gracias a los cuidados del estado del bienestar. Ocurre que no en igual medida y es en esa diferente medida es donde se origina el problema, porque en lo que si mantenemos las misma estatura es en hacer las cosas atendiendo a dos premisas sagradas: como nos gustan y siempre distintas a como las hizo el anterior. En una palabra que cada uno de nosotros somos la media de todas las demás, ya sea pensando o meando.
    Somos diferentes, para nada generalistas, de ahí que no nos atengamos al estándar ni aún en lago tan universal.
    Magnífico relato amigo de una odisea padecida.
    Recibe un fraternal abrazo.

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    1. Así es, los españoles somos desconcertantes, unos genios. Cada uno crece como quiere. Y cada uno de nosotros cree poder solucionar la crisis mundial de una manera diferente.
      Por eso tenemos tantas leyes que ninguno estamos libres de ser imputado.
      Una cosa buena de los amigos portugueses, salvado el peaje, es que en sus urinarios siempre meas hacia abajo. Con perdón.

      Un placer tus visitas.

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  7. Como te decía, tu simpático relato me parece una oportunidad magnífica para hablar del universo y desentrañar alguno de sus misterios.

    Al hilo de la invitación de Carl Sagan, para tomar conciencia sobre el hecho de que nosotros somos el universo, no es difícil encontrar una explicación a ese acontecimiento que describes. Las fuerzas que lo rigen, aquellas que transforman el espacio-tiempo, las que hacen que la próstata aumente al tiempo que la estatura disminuya, los mingitorios se eleven y las cafeterías se distancien –lo cual es tan solo uno de los innumerables ejemplos que podríamos enumerar- son las mismas fuerzas que están en la génesis de los llamados agujeros negros. O así.

    Un abrazo.

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  8. Fjavier, eres único introduciendo explicaciones científicas en algo tan prosaico. Pero es verdad, con los años todo aumenta inversamente proporcional a como debiera hacerlo para posibilitar una vida más cómoda. Pero en esta cuestión tenemos nosotros la solución. Nunca he entendido por qué la canasta de baloncesto está tan alta para tener que ir a buscar gigantes que puedan acceder a ella; leches, que la bajen un poco y jugamos todos!

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  9. Quise comentar en su momento y mi Ipone me censuraba
    Ahora solo me acuerdo que me reí mucho las veces que le leí

    Besos:1

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    1. No importa, Dña 40añera, nunca es tarde si la chica llega.

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