miércoles, 16 de enero de 2013

Enseñar al que no sabe.








Estimado D. Santiago, reverendo padre:

De mano de nuestro común amigo Manuel he recibido el pasado día 10 un sobre a mi nombre y de su parte de usted.
Como quiera que nada me debe y no siendo yo hombre cuya fama merezca sobres, quedé ligeramente perplejo por el presente. No obstante y pensando que se trataría de una petición de donativo para la parroquia que tan dignamente pastorea, sopesé la cartera para adivinar mis posibilidades y sus esperanzas. Mientras tanto abrí el sobre y extraje su contenido; una hoja escrita en inglés y extraída de la Wilkipedia que nada me dijo, por lo que continúe con mis quehaceres. No obstante no me cuadraba que, siendo usted pastor, acostumbrado al pedir, nada me fuese demandado y de nuevo extraje y analicé la cuartilla. Un retrato sombreado de Churchill y un texto, como ya dije en inglés, que aunque quisiera no podría comprender; es proverbial mi ignorancia en materia de lenguas anglosajonas.


 Continué pues con mi trabajo y no me preocupé más del sobre que dejé entre los papeles pendientes de clasificación. Y entonces, de pronto, como una iluminación emanada del Dios al que usted adora, tuve una intuición y recordé. Abrí de nuevo el sobre y allí encontré, debajo de la figura de Churchill y en letra muy pequeña, el motivo de su atención hacia mí. Y recordé la comida que a invitación de nuestro común amigo tuvimos el pasado día 2 del presente mes de enero. Y la conversación que giró en torno a la literatura y a los premios Nobel. Y cómo usted nombró a Churchill como premio Nobel y cómo yo, asno de mí, dudé de la autenticidad de esa información, achacándole al orondo personaje únicamente un Nobel en cosas de Paz. Y recuerdo, ahora lo recuerdo, su mirada entre compasiva y sorprendida. Por ello, debidamente testificado  por mano de nuestro común amigo Manuel, me envía las pruebas palpables de mi ignorancia: Winston Churchill The Nobel Prize in Literatura 1953.
Poco importa al caso que dicho premio fuese o no merecido. Ahí estaba la prueba que conservaré con toda indignidad en el armario de los baldones.

Debido a las molestias que usted se ha tomado para desasnarme y en justa compensación, no puedo por menos que hacer público, con la máxima publicidad de que soy capaz, mi blog, que leen cientos de personas, cinco concretamente, al tiempo que prometo girar noticia a todos los comensales de aquel banquete, a fin de que sean testigos de mi ignorancia y de su caridad cristiana cumpliendo con la obra de misericordia que el Señor le encomendó, de enseñar al que no sabe. 

Quedo de usted afectísimo y nada afectado, que besa su mano.

Y en Orense a tantos de tantos.


20 comentarios:

  1. Hay que ser humilde, sí señor...y más con la curia...
    ;-)

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  2. G. Ch. Lichtenberg, científico y escritor, fue el menor de 17 hermanos e hijo de científico en una época especialmente ilustrada y aunque pastor protestante, o quizá también por ello, desarrollo una fina ironía llena de inteligente escepticismo. Hoy al leer tu simpática entrada, Cesar, le he recordado.

    Pues bien, Georg invita a considerar la cultura como ese estado del espíritu que surge cuando se ha sabido todo y se ha olvidado todo (“Olvido la mayor parte de lo que he leído, así como lo que he comido; pero sé que estas dos cosas contribuyen por igual a sustentar mi espíritu y mi cuerpo”).

    Con frecuencia me permito recordar esta frase a los residentes, tan cargados de cifras y tan necesitados de ciencia, con la esperanza de que potencien, como bien apunta el también premio Nobel Daniel Kahneman en su “Pensar rápido pensar despacio”, una inteligencia que les evite la vergüenza de ponerse en evidencia cuando sacando a relucir un dato distraigan a la sabiduría.

    Sin embargo, quiero interpretar el detalle de su reverendo como un cumplido a la rectitud pues, siendo hombre dedicado a dar ejemplo de las virtudes humanas, no cabe considerar en él ni la arrogancia ni el banal orgullo ni la pedantería.

    En cualquier caso, y siendo un tema tan complejo, me permito concluir diciéndole que le considero a usted un hombre culto, pero también cultivado.

    Y no es efecto del licor.
    Mis respetos.

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  3. hay q ver, don Cesar, cuánto también aprendemos de los señores reverendos... y churchillianos.
    Deliciosa lectura, sí señor.
    saludos

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  4. Esta entrada César, en su final, trae a mi memoria, tantos y tantos besos, siendo niña, a la mano de un señor vestido de negro cuando cruzaba la plaza del pueblo y el fastidio que suponía aquella obligación; dejar de jugar para ir a arremolinarse en torno a él, y la cara de fastidio del susodicho cuando posa´bamos en tropel, nuestros labios en su finísima mano, acompañados seguramente de otras sustancias no tan... adorables, bajo la mirada divertida e irónica de los viejos del lugar sentados en los soportales del ayuntamiento. Amén a tu compasivo texto y agradecimieno amigo. Abrazos de Año Nuevo.

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    1. Yo mismo he hecho cola para ese besamanos que dices. Por unas causas o por otras siempre he tenido buena relación con los curas y he de confesar que jamás han intentado llevarme por el camino de la virtud, antes bien yo les he llevado por el de la gula.
      No hay nada más apropiado para conservar las amistades que el respeto mutuo.
      El que yo te profeso.

      Saludos y feliz año.

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  5. Estimado amigo, quién podría afirmar sin duda de la veracidad de la concesión del tal premio en personaje tan interesante en lo político pero tan huérfano obra literaria. Quizá fue el suyo un nobel “obamazo”.
    La cuestión que aquí interesa es el interesante y muy literario juego que Ud. narra, digno, de tal premio por la fina ironía que destila en cada rincón de su prosa. Se queda uno después de leerlo con las ganas de seguir la saga de tan sagaces personajes. Cuál de los dos tiene más sorna…No es sencillo adivinarlo, pero créame que has iluminado el día.
    Gracias por compartirlo.
    Recibe un fraternal saludo.

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    1. Que te haya iluminado el día, estimado amigo, es el mejor halago regalado que podrías hacerme.
      Efectivamente, quiero pensar que D. Santiago, eso sí, con cierta sorna, pretende que mida mis palabras cuando de nuevo nos encontremos para examinar su vino del que tan orgulloso se muestra. Un aviso a navegantes, una coacción subliminal. Y va ganando por goleada.
      Siempre es un placer leer tus certeros comentarios, demasiado condescencientes con este bruto, a la vista queda el post.
      Saludos cordiales!

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  6. Kikas, en la curia descanso desde siempre la sabiduría, y la templanza y la gula y algunas veces la pereza. D. Santiago no la tuvo para hacer la obra de misericordia que aquí relato.
    Saludos, viajero.

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  7. Francisco Javier, no te perdonarán las diosas de las artes literarias que pueda haberte recordado a tan insigne personaje! Yo por el momento lo apunto en mi curriculum, necesitado de hermosos elogios. Y te seré sincero en cuanto al olvido; jamás olvidé que D. Winston haya conseguido tal premio; sencillamente nunca, que yo tenga memoria, lo he sabido!
    Tus comentarios enriquecen siempre mi ego.

    Saludos!

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  8. José Antonio, recuerdo una máxima que se repetía mucho por el pueblo, de donde provengo; no hagáis lo que hacen, pero haced lo que dicen. En clara referencia a la sabiduría del clero y a su falta de voluntad para llevarla a cabo.
    La lección es que nunca se debe uno ensoberbecer pensando que únicamente lo suyo vale.
    Un placer tenerte por aquí.

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  9. pues no sé que decir, a mi el cura de mi barrio me saco con micrófono en mano " Que esa niña impúdica de minifalda salga de la casa de Dios" me dejo traumada, así que jamas le bese la mano a un cura...Que tenga un buen fin de semana.. Besos

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  10. Muy interesante el intercambio entre el cura y vos Cesar, aprendí algo nuevo, si lo leí lo tenía en el olvido, esos datos que se pierden en los laberintos de la memoria, o ignoran, pero pesan en lo referido a la obra de quien se trate y que lleva a la necesidad de leerlo. Gracias.
    Brindamos con vino de tu producción.
    Feliz 2013, salud!

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  11. El cura de tu parroquia velaba por su alma, Sra Ballesteros, al tiempo que se indignaba con su hermoso cuerpo, pero tan sólo en apariencia. Lo hacía también para evitar los pecaminosos pensamientos que a buen seguro usted le originaba.
    Saludos.

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  12. Aurora, un placer verla de nuevo. Los curas guardan las más puras esencias de la cultura y de todo lo demás. Buenos son ellos.

    Un placer.

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  13. Siempre logras mi sonrisa... :-)
    Me ha encantado leerte de nuevo.
    Un saludo
    Ram

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    1. Estoy encantado de que de vez en cuando pises tierra santa, Ram.
      Un placer.

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  14. Es de sabio reconocer errores pero usted se convierte en algo más al hacerlo públicamente

    Un placer volver a su morada cibernética

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    1. Dña 40añera, fue el cura quien me torció el brazo para que reconociera mi error, aunque lo hizo sin dolor físico, tan sólo lastimó me ego.

      Bienvenida de nuevo.

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  15. Pase a dejar saludos...Como en los viejos tiempos, en los que era ama y señora de mi tiempo, desde que trabajo otros son los amos y señores de mi tiempo limitandolo tanto como pueden...Le dejo besos...Sra Ballesteros(Nina)

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    1. Trabajar es una bendición, Sra Ballesteros, no maldiga de ella!
      Es un castigo divino!

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