lunes, 3 de diciembre de 2012

Historia de una botella.





Un amigo, hace unos años, tuvo la generosa ocurrencia de obsequiarme con uno de esos regalos envenenados que en un primer momento agradeces boquiabierto, pero que pasado el enamoramiento inicial, adviertes en toda su magnitud el auténtico alcance del malévolo obsequio: Una botella de Vega Sicilia, Valbuena, cosecha de 1996.
Venía en un estuche sin referencias, le dí amablemente las gracias y lo deposité con cuidado en el asiento trasero amparándolo a modo de cuña con la cartera para que no sufriera movimientos bruscos.
Una vez en casa comprobé de qué se trataba y pegué un brinco mental de alegría irrefrenable. Aunque pudiera permitírmelo, nunca se me ocurriría invertir esa cantidad de dinero en vino. Y es uno de esos caldos que un humilde aficionado ambiciona probar al menos una vez en su vida. La segunda reacción, ya en frío, es buscar el momento oportuno para degustarla. El vino ha de beberse en compañía. Y ahí empiezan los problemas. Si la compañía es numerosa, una botella no será suficiente para satisfacer el cálido regalo que la amistad supone. Por lo que has de invertir, al menos, en una segunda botella. Pero mientras tanto, conviene  acondicionar un lugar para preservarla del calor y de la luz, que desvirtuarían sus innegables méritos. Y héme aquí con un problema que antes del regalo no tenía. Una bodega-nevera vino para resolver parte de mis cuitas. No me resultó costoso llenarla, pero, a pesar de mi afición, no entraba en mis planes inmediatos. Así pues, el regalo se estaba convirtiendo en una fuente de gastos y preocupaciones. Afortunadamente, o no, ese año no se presentó ocasión para degustarla y de nuevo en las Navidades de 2011, me sorprendió mi amigo,aunque ya menos, con dos nuevas botellas de Vega Sicilia, esta vez Único.
Y la ocasión, calva y con el saco lleno de alegrías, llegó a lo largo de este año 2012 que termina. Y es que a menudo los hijos, aún a pesar de nuestras limitaciones, completan todas sus expectativas.

 Espero pues que este año Manolo conserve la sana costumbre adquirida y mantenga el listón al nivel que me tiene acostumbrado.
De las notas de cata, os informaré en otra ocasión, brevemente, para no resultar demasiado boquifresco.

En Orense a tantos de tantos. En Otoño.




12 comentarios:

  1. Mi tia trabajó unos 50 años en esa bodega
    Por ello sé captar en toda su magnitud de lo que estás hablando...
    De la amistad...por supuesto
    ;-)

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  2. Como siempre un gasto jala otro gasto... Pero no se olvide de brindar por las Americas cuando la descorche.... Besos

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  3. Saludos del color de las vides en otoño, César, del color de las vides y el buen vino. Gracias por compartir.

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  4. Kikas, supongo que a la salida le hacían la prueba del alcohol a tu tu tía, para que no se lleve nada a casa, como hacen en esos talleres de diamantes!
    Buenos viajes!

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  5. Brindaremos, Sra Ballesteros, por todos los parias del mundo, y también por usted y todos los amigos.
    Saludos.

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  6. Esperanza, Pilar, gracias por tus palabras y tu presencia siempre agradecida. Es muy poético el recuerdo del otoño, en efecto. Hipnótico su color.

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  7. Fco Javier, amigo, te he leído. Habrás de disculpar mi torpeza, pero es la segunda vez que mi dedo es más voluminoso que el texto y pulsé "eliminar" en lugar de publicar. Te juro por Baco que ha sido un doloroso descuido. Pero tus comentarios son apreciados y quedan en mi consciente.

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  8. Ave César!!...potatores te salutant

    A mi Othar y a mi nos gusta más el Jumilla... pero si ve que puede volver a tener problemas de almacenamiento, no lo dude!!, mándenos las botellas que nosotros le custodiaremos con gusto el caldo en la bodega que tenemos... entre el esófago y el píloro!!

    Saludos!!

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  9. Yo quiero amigos como ese caballero, que en mi caso siempre tengo algo que celebrar y no tendría problema de compartir

    Un beso

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  10. Rehén de una botella imponente. Secuestrado por el lujo. Arrebatado, al fin, por la generosidad de buscar compartir lo poco siendo tanto. Como te entiendo, a quién no le ha ocurrido, y no es el caso digno de ocurrencias sino de darle la importancia que tiene un Vega Sicilia. Querrás creer que hubo un tiempo en que pensé que era italiano. Quizá aún lo siga siendo para mí, lejano y hermoso, mafioso habría que decir, pero como decir algo ofensivo de tan prodigioso caldo.
    Que la calidez de su espíritu aletee en los vuestros en aras de la dicha de estar en compañía.
    Recibe un fraternal abrazo.

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  11. Cuando necesites que alguien te ayude a trasegar Vegas Sicilias o similares no dudes en avisarme.
    Un abrazo vitivinícola.

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