jueves, 11 de octubre de 2012

Confieso que he plagiado.





                                 



El diccionario de la RAE, define el plagio como la copia que una persona hace de un trabajo de otro presentándolo como suyo. A mi juicio esta definición no abarca todas las posibilidades que se pueden contemplar en el plagio. No es tanto que copies el trabajo de otro como que te apropies de lo más íntimo que pueda tener una persona, su pensamiento, su manera de articular palabras, su manera de expresar ideas por cualquier medio que el arte admita. Considero por tanto que el plagio es una violación de la persona plagiada.
Es también la constatación de la superioridad del otro, del plagiado; la confesión clara y rotunda de la más absoluta admiración al hacer tuyo su pensamiento y la manera de exponerlo.
El plagio, aunque no lo parezca, es algo más habitual de lo que consideramos. Es inevitable, puesto que aprendemos de otros e imitamos sus acciones. Y al repetirlas, podemos estar  incurriendo en plagio. Cuándo le dices a tu chica, me gusta cuando callas ¿ estás plagiando? Incluso podrías estar plagiando cuando le dices que te gusta cuando habla, por que está presente.
Suele ir el plagio, para que sea tal, acompañado de un beneficio para quien lo practica. Beneficio material o inmaterial. Puede reportar beneficios palpables y medibles o simplemente puede reforzar tu posición en la sociedad. Se plagia para conseguir algo de aquello; de ahí que confiese que he plagiado. He fusilado de la a a la zeta, una frase de un escritor, consiguiendo con ello beneficio: dos botellas de vino. He prometido compensarle repartiendo el premio. El físico, ya que el moral, la subida de autoestima, no sé si podré compartirla.  Se lo he comentado y con su habitual bonhomía me ha contestado que si conseguía algún premio, era exclusivamente mérito mío, no suyo.

Mi plagio ha sido leve, porque leve ha sido el beneficio; si leían mi blog cinco amigos, ninguno más se ha añadido y quien lo ha hecho no ha venido atraído por mis méritos sino por el ordinario circular de la noria bloguera. A pesar de ello, quiero confesar para aligerar mi conciencia. Admito no obstante, que había quedado prácticamente olvidado el episodio, hasta que ha sido desenterrado  por un hecho que recientemente he descubierto; hurgando en este tablón de anuncios que es internet encontré algo que ha hecho que mi pecado sea una leve mancha de agua, comparado con la estela del Prestige de esta Licenciada, que ha plagiado todo un artículo, de la a a la Zeta, pasando por la ye precisamente al mismo escritor al que yo había plagiado una frase. A José Alfonso Romero P. Seguín.http://josearomeropseguin.blogspot.com.es/
Entre plagiadores no deberíamos pisarnos el boli, pero no puedo por menos que dejaros el enlace, no tanto como escarnio, sino como homenaje de desagravio al autor, que bien merecería figurar en la página par o impar de cualquier revista de cualquier editorial de cualquier lugar del mundo.



En Orense a tantos de tantos.